17

704 83 38
                                    

Mis ojos bizqueaban por estar mirando imágenes durante tanto tiempo cuando
mi teléfono sonó con un mensaje. Deslizando mis gafas por mi frente hacia mi cabello, bostecé y tomé mi teléfono.

Mensaje de texto
Miranda P.

Curioso —más que curioso porque esta era la primera vez que había recibido un
mensaje de él—, abrí el mensaje y lo leí. Después lo leí de nuevo. Y otra vez. Y después simplemente me quedé con la mirada perdida en la pantalla de mi ordenador.

Lo habían descubierto.

Antes de que pudiera entrar en pánico, estiré mis dedos ampliamente y tomé un
aliento tranquilizador. Sabías que esto iba a pasar. Al menos, eso es lo que me había
dicho a mí mismo.

Cuanto más pensaba en ello, más apreciaba que la gente en la capilla de Las
Vegas no lo hubiera reconocido. O esa gente en la calle que había sido inconsciente y
no nos había visto entrar y salir de allí. O la recepcionista del acupuntor que no había
hecho una fotografía con su teléfono y la había colgado en Internet.

Porque quizás no entendía a la mayoría de la gente, mucho menos a todos ellos,
pero entendía a los entrometidos. Los entrometidos harían algo así sin pensárselo dos veces. Aun así, me recordé que no había nada por lo que avergonzarse.

Estaría bien. Y qué si un sitio de chismes había publicado que nos habíamos
casado. Hurra. Probablemente había miles de sitios como ese.

Brevemente pensé en Jun enterándose, pero trataría con eso luego. No tenía
sentido asustarse ahora. Era el único cuya reacción me importaba. La opinión y los
sentimientos de mi madre y mis hermanas no estaban exactamente en la parte más
alta de mi lista ahora… o nunca. Las empujé al fondo de mis pensamientos. Estaba cansado de estar enfadado y molesto; afectaba a mi trabajo. Además, ya me habían puesto triste y enojado suficientes veces en mi vida. No iba a dejarles arruinarme otro día.

Tomando mi teléfono de nuevo, rápidamente le envié un mensaje a Mingyu, tragando mis náuseas al mismo tiempo.

Yo: ¿Quién te lo dijo?

No pasaron ni dos minutos antes de que mi teléfono sonara con la respuesta.

Miranda: Trevor está llamando sin parar.

Puaj. Trevor.

Yo: Sabíamos que iba a pasar con el tiempo, ¿no? Buena suerte con Trev.

Estoy agradecido de que no tenga mi número.

Y estaba todavía más agradecido de que no hubiera un teléfono en casa, de otra
manera, estoy seguro de que hubiera llamado sin parar también.

Me las arreglé para volver a mirar imágenes en la pantalla por unos pocos
minutos más —un poco más distraído de lo habitual— cuando mi teléfono sonó de
nuevo.

Era Mingyu/Miranda. Realmente debería cambiar su nombre de contacto.

Miranda: ¿Buena suerte? No voy a contestar a sus llamadas.

¿Qué?

Yo: Ese psicópata vendrá de visita si no lo haces.

¿Ese era yo siendo egoísta? Sí. ¿Me importaba? No.

Mingyu: Lo sé.

Uh.

Yo: Siempre estás en la práctica…

Mingyu: Diviértete.

¡Este idiota! Casi me reí, pero antes de que pudiera, me envió otro mensaje.

TWOW  - MeanieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora