27

975 101 50
                                    

—Mis amigos vendrán de visita cuando vuelva del All Star Bowl.

Apoyándome contra el mostrador dos días después de que volviéramos de
Toronto, bebí el resto del agua en mi vaso y entrecerré mis ojos en dirección a Mingyu.
Sentado en la mesa del desayuno, nos saludó a Soonyoung y a mí cuando arrastramos nuestros
pies dentro después de correr pocos minutos antes.

Estaba cansado, más que cansado, y solo quedaban tres semanas para el maratón,
seriamente empezaba a dudar que fuera capaz de terminarlo. Había estado luchando por finalizar los treinta kilómetros hacía una semana, así que, ¿un poco más de cuarenta? Treinta kilómetros era más de lo que había imaginado que podría hacer, así que me di cuenta que no estaba apreciando los largos pasos que había tomado en los últimos meses. No hacía falta decir que estaba ocupado preocupándome sobre cómo demonios iba a añadir diez kilómetros más cuando Mingyu hizo su comentario.

Parpadeé hacia él.

—¿Qué?

—Mis amigos van a venir de visita… —Su voz se desvaneció como si se asegurara
de que estaba escuchando—. Después del All Star Bowl.

Estaba escuchando, pero no entendía por qué me estaba dando esa mirada rara
y expectante. Había sabido que le habían votado para el All Star Bowl cuando volaba
de vuelta a Dallas desde Toronto. Se iba mañana.

—Está bien…

—Van a venir a visitarnos.

Lentamente acercándome a uno de los taburetes en la isla, me senté forzando a
mi lento y distraído cerebro a que se centrara. Nosotros. Dijo nosotros. Iban a venir a visitar…
Oh, mierda.

—Nosotros.
Asintió solemnemente, mirándome de cerca.

Está bien.

—¿Y quieren quedarse aquí? —cuestioné, aunque era una pregunta estúpida de
la que ya sabía la respuesta. Cada vez que sus amigos habían venido en el pasado, se
habían quedado siempre con él.
¿Por qué esta vez sería diferente?
Oh, cierto, porque vivía con él y me quedaba en la habitación que siempre había sido usada como la de invitados.

Y porque estábamos legal y técnicamente casados y habíamos acordado seguir
con esta farsa para que ninguno de los dos nos metiéramos en líos con la ley.

Oh, infierno.

En realidad, no era el fin del mundo y podíamos inventarnos algo. Podíamos. Lo
haríamos. No era un gran problema. Iba a pasar en un momento u otro.

—Está bien. Quieres… Puedo quedarme con mi amigo mientras están aquí si
quieres. Puedes pretender que estoy visitando a alguien. —O quizás podía encontrar una escapada de último minuto a algún sitio cálido. No sería la primera vez que había hecho que Jun pretendiera estar malo para que pudiéramos ir a algún lado.

Aparentemente, mi comentario le irritó.

—Esta es tu casa también. No estoy pidiéndote que te vayas porque vayan a
venir. Sabíamos que iba a pasar. Quieren verte también. No es un gran problema.

¿Por qué parecía ser el lema de su vida cuando era algo que mayoritariamente
me afectaba a mí? ¿Y por qué no le estaba diciendo que ya había conocido a sus amigos antes y que realmente no era necesario que nos viéramos ahora? Realmente no importaba si estaba en casa o no, ¿verdad?

—Ya les dije que estarías aquí —concluyó.

Ahí se fue mi argumento.

Se rascó la mandíbula y mi rostro se quedó en el anillo de oro blanco de la boda
que había comenzado a llevar después de Toronto. Quería preguntarle sobre eso, pero era demasiado cobarde para hacerlo.

TWOW  - MeanieWhere stories live. Discover now