Capítulo 29.

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Theodore debería estar aquí. Estoy seguro que correr en el amplio patio trasero ayudaría mucho a desarrollar sus habilidades motrices y su sistema inmune.

—Aire puro, brisa fresca, rayos de sol y un ambiente protegido, justo lo que mi hijo necesita.

Taylor asiente, todavía anotando las indicaciones sobre la seguridad en el borde. Sé que Anastasia amará este lugar siempre y cuando sea seguro para el niño.

—Sobre la estructura de la casa, ¿Quiere que la haga evaluar con alguien de confianza? —el eficiente Taylor sigue enfocado mientras divago.

—Haz que un equipo de Elliot lo haga, y consigue al arquitecto que hizo mi casa de Aspen, quiero algo parecido a eso aquí.

Teclea algunas cosas más en su teléfono, luego levanta la cabeza para mirarme con las cejas ligeramente arqueadas.

—¿En qué plazo debe estar listo? ¿Piensa mudarse aquí?

¿Por qué carajos haría eso?

—No. La casa es para Theodore y por consecuencia, para su madre. La casa debe ser sustentable y contar con lo mínimo necesario para ellos, así se pueden mudar del puto apartamento de Barney.

Jason me mira por varios segundos antes de bajar la vista.

—Hablaré con su hermano, señor.

Camino un poco más hacia la maravillosa vista del estrecho e imagino a Ted corriendo aquí, yendo detrás de una pelota o simplemente sentado sobre una manta jugando con los jodidos bloques de colores.

Si solo pudiera convencer a su obstinada madre de aceptarlo sin traer al maldito imbécil ese.

Taylor regresa para informarme que Prescott y Sawyer tienen a Theodore, así que les pido que lo lleven a Escala y yo también me dirijo ahí.

La realidad es que, cuánto más lo pienso, más creo que ese es el lugar adecuado para Theodore. Tal vez debería primero revisar el tema de la seguridad con Welch en caso de que exista otra amenaza que pueda dañar al niño.

Casi 20 minutos después estamos entrando al garaje, lo que me recuerda que voy a convivir con mi hijo sin tener una puta idea de cómo hacerlo. Gail y Samantha están con él en la sala cuando entro.

—¡Llegó papá! —la señora Jones me señala, con Ted en brazos.

El pequeño me mira y rápidamente vuelve su atención a la rubia con un puchero.

—¿Mamá?

Oh, mierda. Va a llorar.

—No mamá, Ted. Papá... —Gail se acerca para que yo lo tome—. ¿Les preparo algo de comer?

Tomo al niño, sabiendo que es lo más cerca que hemos estado desde... Bueno, desde que supe de él.

—Apuesto a que el imbécil de Ryan te sostiene así todo el tiempo y se ofrecía a cambiar tus apestosos pañales.

El puchero de Ted se vuelve más marcado y sus ojos grises se llenan de lágrimas.

—No, no, nada de llorar —camino con él hasta el ventanal para que se distraiga y señalo a nada en particular—. Mira ahí, ¿Lo ves? Aves y personas.

Samantha Prescott ríe bajito, todavía de pie en la sala como si yo fuera incapaz de cuidar a mi propio hijo. Aunque me pregunto cómo es que pudieron alejarlo de Anastasia sin hacerlo llorar.

—¿Lloró en el camino? —le pregunto y ella niega.

—No, señor. Sawyer lo entretuvo todo el camino.

Memories: El Recuerdo De TiWhere stories live. Discover now