Capítulo 41.

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Me despierto sobresaltado por la ausencia de Anastasia en la cama. Mi primer pensamiento es que subió a verificar a Theodore como la madre protectora que es, así que lo dejo pasar, pero ya estoy despierto y me apetece un vaso de agua.

Me pongo solo los boxers y salgo, encontrando a Ana parada frente al ventanal de la sala y mirando a la distancia. Está tan perdida en sus pensamientos que no se percata cuando me acerco.

—¿Estás arrepintiéndote de lo que hicimos?

Gira lentamente para mirarme.

—No. Pero siento como si te hubiera engañado contigo. —sus cejas se arrugan en confusión, pero entiendo lo que quiere decir.

—En realidad no me engañaste —intento aliviar la culpa—. Sigo siendo yo, lo único que cambió es el recuerdo que tienes de mí.

Ella suspira.

—Tienes razón.

Se vuelve hacia la ventana y aferra más fuerte las sábanas que envuelven su cuerpo. No es esto lo que tenía en mente cuando decidí levantarme, y aún quiero ese vaso de agua, pero otra idea viene a mi mente.

—En realidad no me amas a mí, lo amas a él. —señalo mi reflejo en el cristal y ella asiente en comprensión.

—Es cierto.

Lo que significa que todas sus quejas sobre mi no amándola también van en ese sentido. A excepción de esperar, no se qué más podría hacer para recuperar lo que perdí, pero incluso haciéndolo no volveré a ser el Christian que ella recuerda.

Me aseguro que lo sepa.

—Si no puedo recordarlo todo, ¿Amarás a mi nuevo yo?

Anastasia me mira por largos segundos que comienzan a molestarme

—Lo haré, cada versión de ti, Christian. Porque eres el único para mí. —vuelve la vista al frente, a la oscuridad que cubre los edificios de Seattle—. ¿Eso quiere decir que lo vamos a intentar en serio?

No creo que haya dudas al respecto.

Si.

Me olvido del jodido vaso de agua y me acerco para tomar su mano, luego ella me sigue sin protestar de vuelta a la habitación. Deslizo la sábana que la cubre hasta el piso antes de pedirle que se acueste en el medio.

Esta vez me tomo un poco más de tiempo para besarla, acariciando cada parte de ella y reconociendo con mayor detalle su nuevo cuerpo. Esta es una nueva Ana, no la chica llorosa que recuerdo.

—Mirame, —dice cuando bajo la cabeza para besar su clavícula—. Me gusta cuando me miras todo el tiempo porque me hace sentir importante.

—Lo eres.

Hago lo que me pide y mantengo mi vista en ella todo el tiempo mientras la penetro lentamente. Permanece en silencio, solo unos pocos jadeos se escapan de su boca pero continúo así hasta que siento la presión acumularse.

Es lo más cercano a hacer el amor para mi, luego los dos gemimos nuestras liberaciones antes de caer dormidos.

Cuando despierto en la mañana, Ana está dormida en mis brazos con su cabello castaño esparcido sobre nosotros... Es una visión extraña.

Memories: El Recuerdo De TiWhere stories live. Discover now