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Todo comenzaba a estar en total silencio, luego de unas horas los aldeanos volvieron a sus casas, sólo quedaba el sonido del viento y los insectos más pequeños. Las luces de los hogares se apagaban uno a uno, y sólo quedaban encendidos los faroles de las calles.

Yo seguía caminando, me preguntaba si ya era buena hora para volver a casa. No quería enfrentar a la familia, mucho menos a Mirabel. Tenía miedo de ver el rostro de tía Julieta, debe estar desilusionada de como traté a su hija.

Di un par de vueltas más y decidí regresar, cuando llegué a la cima de la colina, frente a la entrada de la casita, me pregunté si esta tendría intenciones de recibirme.

Ya adentro me di cuenta de que todos habían escogido sus nuevas habitaciones, me sorprendí de ver que la puerta de Isabella y de Antonio habían cambiado. Busqué la única que todavía no tenía forma, cuando me dirigí hacia ella noté que el pasillo de enfrente tenía una puerta adicional. No era amarilla como la de nosotros, pero tenía un azul característico de alguien y detalles dorados. Me alegraba saber que Mirabel al fin tenía una habitación propia.

Luego de tocar el pomo de mi puerta, apareció la misma imagen de siempre, entré y la habitación seguía igual. Llena de espejos.

De pequeño me parecía divertido, años después daba algo de miedo. Ahora simplemente creo que es desesperante. Una habitación llena de reflejos de Camilo Madrigal, el idiota que le hace una escena a su propia prima y le termina hablando mal cuando es todo lo contrario a lo que tenía planeado.

Abrí el armario y busqué ropa para dormir. Ya acostado no podía conciliar el sueño, y los espejos eran un tormento.

— ¿Camilo? - Escuché la voz de Dolores desde la puerta, rápidamente me senté en la cama para verla. Si bien ella hablaba con un volumen muy bajo, en medio de ese silencio era suficiente para escucharla — ¿Estás bien? — Creo que eso era todo lo que quería escuchar, que alguien preguntara por mí, quería llorar y desahogarme. Bajé de mi cama y corrí hacia ella —

— Soy un tonto — La abracé fuertemente, ella acariciaba mi cabeza —

— No lo eres — Sólo seguí llorando — ¿Quieres dormir conmigo? Creo que mi habitación será más agradable que esta sala llena de espejos — Sólo asentí —

Ya en su habitación me sentí más cómodo, siempre había un aroma agradable, tranquilizante. Rápidamente sentí sueño, mis párpados estaban pesados. Estaba por quedarme dormido cuando sentí un peso encima mío.

— ¡No es justo que sólo ustedes duerman juntos! — Esa voz de reproche era de Antonio —

— Toñito, Camilo no se siente bien, por eso vino conmigo — Dolores le explicaba mientras lo levantaba y acomodaba al otro lado de la cama —

— Pero no es justo! Yo no tuve oportunidad de visitar sus habitaciones antes — Eso era cierto, luego de que Mira no obtuvo un don, la abuela se había vuelto más estricta, y Antonio no podía visitar nuestras habitaciones (excepto la de mamá) hasta que fuese su ceremonia — Prometo no molestar, dormiré tranquilo — Y utilizó su arma secreta, esos ojitos brillantes que conquistaban a cualquiera —

— Yo no tengo problema — Apoyé para que finalmente mi hermana cediera —

— Está bien, pero esta noche tu hermano debe ser consolado, así que él dormirá al medio — Mi hermanito sonrió de felicidad y rápidamente se acomodó a un lado — Cami ¿Me ayudas con esto? — A diferencia de mamá, Dolores es muy cuidadosa con su cabello, y más ahora que sale con Mariano. Así que todas las noches lo cubre con una gorra de tela suave muy finamente bordada con motivos característicos de mi hermana, por supuesto, era un regalo de Mirabel. El problema es que debido a que su cabello tiene mucho volumen siempre le pide a ayuda a alguien, generalmente somos Isabella o yo —

— Hermano... — Antonio tiró de mi ropa — ¿Que sucedió entre tú y Mirabel?? — No sabía que responderle — ¿Puedo ayudar? — Me conmueve su nobleza —

— Creo que... tu que conoces bien a Mirabel, podrías ayudarme — Volví a acomodarme en la cama —

— Pero me dirás que sucedio? Necesito saberlo para poder ayudarte —

— Mañana les comento — Me giré hacia un lado mirando a Dolores —

— Mañana harás la vista gorda y omitirás el tema — Me habló sin despegar la vista de mí, mientras Antonio volvía a acostarse encima mío —

— Es que... — Tenía miedo —

— No vamos a juzgarte, sólo queremos saber que ocurrió — Aún dudaba sobre si era buena idea contarles lo sucedido, tras pensarlo un momento sentí una calidez sobre mi mano, era mi hermana, y Antonio me abrazó por la cintura acomodándose entre nosotros dos —

— Está bien...  — Luego de tomarme unos segundo para darme ánimos les conté lo que sucedió entre Mirabel y yo cuando pequeños. Ambos lo tomaron bien, al igual que yo, sabían que no era la víctima. Pero lo de Mirabel no era simplemente borrar su pasado doloroso y reiniciar todo, había que darle tiempo, y mi error fue intentar hacer todo rápido —

Aquella noche temía por las pesadillas, pero gracias a mis hermanos pude dormir, me sentí querido y apoyado.

~ O ~

Creo que aún no contaré como sucedió, quiero publicar ese capítulo en un momento importante de la historia, quizás sea casi llegando al final. Pero, pueden hacerse una idea con el capítulo anterior.

Gracias gracias por los votos!! Esta historia tiene más vistas de lo que esperaba, así que estoy muy contenta <3

Quería saber que les parece la historia, como esta escrita desde el punto de vista de Camilo me restringe un poco el relato, pero intento que cada momento sea lo más completo posible.
Este capítulo puntualmente quería que fuese algo íntimo entre los tres hermanos, pero como dije anteriormente, el formato de relato limita.

Quedo atenta a sus comentarios.

Nos leemos!

Discúlpame (Camilo y Mirabel - Relación familiar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora