74 | el camino a la tumba

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—Vamos, ¿dónde está la llave? —murmuró Pope para sí mismo, prácticamente destrozando el departamento para tratar de encontrar alguna señal de la llave. Luna estaba en otra habitación buscando, y evidentemente no había tenido suerte dado que Pope no la había escuchado exclamar que había encontrado algo que valiera la pena.

La escuchó soltar un chillido y golpearse la cabeza contra un estante por la sorpresa—. ¿Luna?

—¡Estoy bien! —dijo, apareciendo por la puerta. Ella se estremeció—. Toqué una araña. Pope, era enorme.

Por un segundo, Pope quedó hipnotizado por Luna. Claro, él siempre había pensado que era bonita, pero había algo en la forma en que estaba vestida tan descuidadamente con shorts y una de las sudaderas de JJ que parecía hacerla aún más bonita. Sacudiendo la cabeza, Pope trató de luchar contra esos pensamientos, porque se trataba de Luna, la novia de JJ, y Pope nunca le haría eso a ninguno de los dos. Además, tenía que resolver sus problemas con Kiara.

—Una araña, ¿en serio? —suspiró Pope—. Creí que te habías caído al suelo o algo así.

—Oh, no —respondió Luna—. Solo una araña. No me gustan las arañas.

—¿Encontraste algo más? —preguntó Pope.

—Aquí no hay nada, Pope —respondió Luna haciendo una mueca—. O tu abuela se deshizo de esa llave o es muy buena escondiendo cosas.

—Sí, tienes razón —suspiró Pope—. Maldita sea.

Afuera pasó un vehículo y la luz de los faros brilló a través de la ventana. Al mirar hacia arriba, Pope notó las tejas del techo y se apresuró a sacar el dibujo de la llave de su bolsillo. Luna lo miró con curiosidad.

—¿Tierra a Pope? —preguntó—. ¿Tienes algo?

—El techo —respondió Pope, corriendo a través de la habitación—. Mira, esa teja está suelto.

Mirando hacia arriba, Luna vio la teja suelta que señaló Pope—. Eso es muy alto.

—Escalera —dijo Pope, alcanzando la escalera apoyada contra la pared—. ¿Vas a subir?

—Mientras no dejes que se vuelque —respondió Luna.

—Confía en mí —dijo Pope.

—No me des una razón para no hacerlo —respondió Luna, comenzando a subir la escalera.

Cuando estuvo de pie en el segundo peldaño, alcanzó las tejas del techo y tiró. Dos de ellas cedieron y arrojaron polvo y escombros sobre Pope, quien estornudó mientras negaba con la cabeza.

—¡Jesús, Luna!

—¡Lo siento!

Agarrando las tejas sueltas, Luna las liberó—. ¡Ten cuidado!

Lanzándolas al suelo, vio cómo Pope las esquivaba antes de inclinarse para tratar de sacar algunas más. Pope, debajo de ella, empezó a sacudir la cabeza—. Luna, no te inclines demasiado, perderás...

Luna dejó escapar un grito y perdió el equilibrio, cayendo directamente hacia Pope. Hizo todo lo posible para atraparla, pero no estaba preparado y los dos cayeron al suelo. Por encima de ellos, el resto del techo cedió y las tejas llovieron sobre ellos. Protegiéndose la cara, Luna esperó a que el polvo se asentara antes de gemir, apartando los brazos de la cara.

—Pope, ¿estás bien? —preguntó.

—Sí —respondió Pope—. ¿Tú?

—Sí —respondió Luna—. Lo siento, perdí el equilibrio.

BANYAN TREE | JJ MaybankWhere stories live. Discover now