en mi cabeza, pertenecemos [tres]

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línea bonten - ligero smut

Cuando Kakuchō se enfadaba, Ran tenía las de perder

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Cuando Kakuchō se enfadaba, Ran tenía las de perder. Siempre, casi siempre. Porque a diferencia de él, que tiene caprichos escondidos detrás de una firme expresión cínica y sonriente, Kaku cuando se enfada lo hace con bases. Y da miedo, pero más que todo, llegaba a ser molesto, porque tenía la razón cuando sucedía.

Un ejemplo sería cuando aquella vez después de una bendita reunión, salían de las instalaciones del hotel lujoso de Kokonoi, se subía a su estupendo auto llamativo de cuatro puertas modelo reciente y si Kakuchō se metía dentro, Ran abría la boca sin pensar.

—Tengo cosas que hacer.

Silencio.

Indignado, el pelinegro de veintiséis años lo miraba agobiado, con una ceja levantada y la boca entreabierta. Mierda.

Tenían casi tres meses sin haberse visto, porque Kakuchō se tuvo que ir al otro lado del país y luego a un lugar en el extranjero con Mikey haciendo unos deberes con respecto a la cuenta bancaria internacional del jefe. Además de que Mikey lo dejó haciendo un trabajo, porque el susodicho había llegado primero a Japón pero Kakuchō se quedó atrás, repelente ante todo, haciendo las suciedades que solo sus cansados ojos están custodiados a realizar sin apego a la humanidad.

Olía extraño. Tenía las puntas de su pantalón de vestir sucias de barro, las uñas negras de tierra y manchas rojizas ya muy borrosas, los nudillos temblorosos. Estaba entendido que llegó apenas en la madrugada y no paró de hacer varias cosas. Fue ahí cuando a Ran se le pudo pasar por la cabeza de que su amante a escondidas, quería descansar. Pero una cosa era su mente, otra sus palabras.

—Entiendo.

Casi atrapado en su propia negligencia, Ran observa como el otro se bajaba echando peste, decepcionado.

El mayor sacude la cabeza. Era interesante observar las facetas poco perceptibles que su amante mostraba solo ante él pero no al mundo. Frunció el seño, bajando la ventanilla del copiloto.

—Puedes venir más tarde –aclara alto, firme. En secreto derrotado.

Kakuchō se gira. Su mentón iba endurecido, observando fijamente la forma en que Ran intenta no ser tan malditamente hijo de puta.

Se podría decir que era la misma mierda que ocurría cuando sus mentes no conectaban. Rara vez pasaba, es más, sucedía una vez al año, al llegar en esa época llena de tensión que sume a todos en un estrés constante. Gracias al departamento de policía. Pero sobretodo, porque Ran se centraba en su propio huracán silencioso y sádico, su mundo, su entorno, el negocio de las armas bajo la compañía de velo que poseía. Intenso y retraído. Y odiaba esa actitud de hipocresía. La nube inmensa que lo devora y pretende llevárselo a él también, como si no tuviera sus propios problemas de porquería. Entonces se alejaban máximo un mes y al verse hasta se tomaban el pelo. Pero más nada.

Instupendo ━ RanKaku ZoneWhere stories live. Discover now