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Me dolía cada centímetro de mi cuerpo, estaba muy incómoda, y agotada

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Me dolía cada centímetro de mi cuerpo, estaba muy incómoda, y agotada.

Abrí los ojos con dificultad, mis párpados se separaron después de varios intentos en los que parecía que estaba con pegamento, pero lo más importante era que mi cabeza me estaba asesinando.

Me encontré a mi misma en una superficie dura y fría, lo que reconocí como el piso, de costado y con mis extremidades adormecidas.

Levanté un poco la cabeza, buscando ubicarme y despejar mis pensamientos nublados. No sabía dónde me encontraba, pero poco a poco recordé lo último antes de desmayarme, recordé la sangre y los gritos.

Y pude reconocer un par de ojos mirándome fijamente.

Un hombre estaba sentado en frente de mí, en un sillón de espaldar ancho y alto que superaba su cabeza, su espalda apoyada totalmente, piernas separadas, y un aura muy intimidante.

Intenté levantarme, pero estaba sin fuerzas, mis brazos no querían responder. Con un quejido volví a apoyar mi cabeza en el piso de madera, pestañeando con pesadez.

—Tu cabeza dejó de sangrar hace una hora. —su voz me sobresaltó al ser de repente y profunda. —eso es bueno, estaba esperando que despiertes para poder curarte.

Mi boca estaba tan seca y mi lengua dormida, por lo que me quedé en silencio.

—También te conseguí ropa, la que tienes puesta está con sangre de la-... —carraspeó —de la otra chica.

Silencio, silencio.

—Mhm, estás muy callada. Pensé que te pondrías a gritar al despertar, ya que tienes unos buenos pulmones teniendo en cuenta lo mucho que gritaste hace poco... creo que me equivoqué.

Se levantó, avanzó unos pasos y se agachó en frente de mí, poniéndose de cuclillas. Sus ojos se movieron con lentitud por mi cara apoyada en el piso.

—Tienes proporciones lindas— señaló luego de unos segundos.

—Déjame ir... —susurré apenas, con la voz rota y raspando mi garganta al salir.

Vi un atisbo de sonrisa en su boca, y sus ojos brillaron con diversión.

—¿Por qué lo haría?

—m-me mantendré callada... lo prometo... yo s-solo...

—Eso es mentira— contestó divertido —. No me gusta que me mientan, pero no importa, te enseñaré a no hacerlo.— Fruncí el ceño con debilidad, sus palabras calando en mis huesos adoloridos. —¿Te preguntas si me voy a quedar contigo?. Sí —mi respiración volvió a acelerarse, y ahora intenté levantarme otra vez, forzando a mis brazos a obedecer aunque sintiera estirones en mis músculos—Apareciste en un excelente momento, como si fueras un regalo caído del cielo— sonrió de costado, casi burlándose de mis intentos de sentarme—Últimamente me aburro bastante, los días estaban volviéndose monótonos, y ah... —miró arriba por tres segundos expirando—no me gusta la monotonía.

FAVORITE | Jung Jaehyun Where stories live. Discover now