II

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Seven estaba empezando a hiperventilar. Su cuerpo comenzaba a temblar y se negaba a mirar a la mujer que acababa de entrar en su habitación.


No la conocía de nada, y todas las monjas e infantes habían ido a la iglesia, así que dudaba que la mujer tuviera permiso para estar ahí.


No quería volver a subir la mirada, sino la desconocida sería capaz de ver sus ojos. Siempre que alguien los veía, nada bueno ocurría para él.

- Señor Black. - escuchó que decía. Parecía, ¿preocupada? ¿Por qué lo estaría?

No se atrevió a mirarla, pero notó como la mujer se acercaba a él e intentaba tranquilizarlo, pero no era capaz de prestarle atención. Notó como comenzaban a silvarle los pulmones, cada vez siéndole más difícil la acción de relajarse. Estaba seguro de que ella le había visto los ojos y con lo cerca que estaba, seguro, seguro que había conseguido ver al pequeño cuervo que trataba de curar. Esta vez el castigo sería severo.

Ese pensamiento casi le provoca un ataque de pánico más fuerte todavía.

El mundo comenzó a darle vueltas después. El aire cada vez era más complicado de retener en sus pulmones. Intentó dejar la mente en blanco y practicar algunos ejercicios de respiración que le había recomendado la enfermera de su escuela. Cuando pudo volver a ver a la mujer sin que todo girara, buscó con desesperación su inhalador. Un chute, inspira, expira.


El sabor amargo del medicamento se instaló en su lengua, pero no era nada a lo que no estuviera acostumbrado.

— Lo siento. - consiguió soltar, avergonzado.

¿Ya te has vuelto a poner en evidencia? Eso ha sido un tiempo récord

Silencio incómodo. Esos no eran buenos. Nunca sabía como romperlos y la mayoría de las veces eran por culpa de que la otra persona estaba enfadada con él.

"Oh, mierda. Mierda, mierda, mierda, mierdamierdamierdamierda-"

Señor Black. - lo volvió a llamar la mujer, con voz suave.

¿Estaba intentado calmarlo?

— Soy la profesora McGonagall.

Una vez más relajado, Seven encontró extraño el nombre con el que (él creía) se estaba refiriendo a él.

— Perdone, pero creo que se ha equivocado de persona- dijo con voz temblorosa.

La mujer lo miró con cautela, como si intentase adivinar si decía la verdad, o estaba intentando ocultar algo.

— Según los registros, su nombre es Crux Black.

El mundo paró unos segundos para Seven. Eso no era posible.


Ahora era él el que la evaluaba. Tenía que ser un error. Él era Seven. ¿Verdad?

— Pero eso no puede ser...- dijo en un murmullo.

La profesora McGonagall levantó una ceja, escéptica.

— ¿Qué es lo que está mal, Black?

— Mi, mi nombre es Seven.- consiguió decir, con nerviosismo evidente. - Todos me llaman así. ¿Acaso ese no es mi nombre?

Otra vez, silencio.

✨✨✨⭐✨✨✨


Minerva no sabía que decir. Y eso era raro. Muy raro.


Por lo que había leído, el muchacho había sido nombrado tras dos constelaciones del cielo, siguiendo la tradición familiar que conllevaba su apellido. Además, ¿qué nombre es ese? ¿Quién llama a un niño por un número?

RespiraWhere stories live. Discover now