Capítulo 6

117 24 15
                                    

Una de las lecciones de vida que me tocó aprender por mi cuenta fue no crear expectativas en personas, eventos, o inclusive; situaciones porque tarde o temprano terminaría llevándome una gran decepción

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Una de las lecciones de vida que me tocó aprender por mi cuenta fue no crear expectativas en personas, eventos, o inclusive; situaciones porque tarde o temprano terminaría llevándome una gran decepción. Algunas veces la desilusión se volvía inminente todavía en el momento que el cerebro ya estaba acostumbrado a no dejarse llevar, era una sensación asquerosa. Y la odiaba con toda mi alma. 

Esa noche contaba como una de esas y ni siquiera había empezado... 

Que nos fuéramos adentrando por una calle de mala muerte no solo terminó decepcionándome, sino que también hizo que el haber aceptado una salida junto a la bibliotecaria con grotesco gusto literario fuera en definitiva una terrible idea y, para empeorar toda la situación, había traído conmigo a la Otaku-Kpoper. Allí íbamos los tres en un auto rojo, yo conducía mientras la menor de edad peleaba con la otra chica buscando una canción decente que poner en la desgastada radio de Petro. Lo sé, era una combinación burlesca para una escena de supervivencia. 

—Díganme que ese dichoso bar no está por esta calle —hablé. Ambas mujeres callaron para mirarse entre ellas—. Es aquí, joder, ¡Me cago en Zacarías y sus tres pezones! 

Las mujeres rompieron en escandalosas risas ante mi pánico. ¿Cómo podían estar tan relajadas? ¿Acaso no eran conscientes que había personas malas en el mundo? 

—Cálmate, Yeonsuk. El lugar no es como crees, este es bastante tranquilo —animó la bibliotecaria, dejando a la menor al final poner lo que quisiese al final—. Hay más probabilidad que tú seas un asesino serial en esta situación y debamos ser nosotras las que temamos por nuestras vidas a que salgamos lastimados por terceros. 

Solté un bufido. 

—Eso no me calma ni una mierda. —La miré mal, a la vez miraba por el retrovisor, había uno que otro vehículo, al igual que unas cuantas personas frente a nosotros—. ¿Dónde estaciono? 

La Otaku señaló a varios metros delante de nosotros. No muy convencido de estar en esa situación, y sobre todo, el haberme esmerado en lucir un buen outfit, hice caso a las dos conocidas para aventurarme a lo que sería una noche inusual, o quizás, mi última noche con vida.Descendí del vehículo junto a las chicas y metí las llaves de este en el bolsillo trasero de mi pantalón. Caminé detrás de ellas en silencio, a la vez iban bromeando respecto y nombrando a sujetos que quizás ambas tenían en común en su círculo de amistades.

Después de cruzar la calle una edificación de ladrillo y ventanales oscuros nos dio la bienvenida, sobre su entrada tenía un gran letrero neón blanco con naranja la palabra "BASLAM". Nos ubicamos detrás de la última persona que estaba aguardando para poder entrar y luego de esperar por casi quince minutos pudimos entrar.

Mis ojos tuvieron que ponerse a trabajar a toda máquina para adaptar mi vista en el instante que un reflector me dio en la cara y que por alto de reflejo retrocedí aturdido. Algo que hizo reír a mis acompañantes, quienes se vieron obligadas arrastrar mi culo ciego para no chocar con alguien. 

EN DISTINTA SINFONÍAWhere stories live. Discover now