Capítulo 31

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Esa mañana me levanté tarde como de costumbre, pero a diferencia de un día común, el silencio que me acompañaba resultó tan agobiante como el peso que sentía en mi pecho; como un cargo de consciencia que me reñía por no haber sido lo suficientemen...

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Esa mañana me levanté tarde como de costumbre, pero a diferencia de un día común, el silencio que me acompañaba resultó tan agobiante como el peso que sentía en mi pecho; como un cargo de consciencia que me reñía por no haber sido lo suficientemente valiente aquella noche. Las facciones de enojo crudo de Jungsoo aún seguía vigentes en mis pensamientos, estaba seguro de que Hal estaría muy decepcionado de mí en el momento que vio que había tirado la toalla antes de siquiera intentarlo. 

 Eso me hizo sentir más patético. 

El café se sintió excesivamente amargo aun cuando le había vertido las cantidades de azúcar como lo acostumbraba hacer, el desayuno cayó pesado a mi estómago y mis ganas de realizar algo productivo, ese día fue a las opciones de reconsideración. Para ese punto, no deseaba nada y me regañé por eso, ¿Acaso me iba a deprimir por una ruptura? Era absurdo, me sentía ridículo por pensar que lo que tenía con Jungsoo tuvo más peso de lo que tuve con Yujeong aunque muy en el fondo, quizás pudo serlo. 

Mi teléfono vibró en el mesón de la cocina, la idea que fuera Jungsoo el que me hubiera mandado un mensaje me motivó a casi lanzarme sobre el aparato importándome poco si mi cara terminaba estrellándose contra el microondas, pero fue grande mi decepción tuve al darme cuenta de que no era él. Levanté mis cejas al notar que era un mensaje de Yujeong. Abrí este sintiéndome un idiota por no haberme comunicado antes con él y en el momento que vi de lo que se trataba el contenido de aquel, sentí como si agua helada recorría todo mi cuerpo. 

De ninguna manera, era imposible. 

Me negaba a creer lo que mis ojos estaban viendo en ese momento: Yujeong Park me había compartido una ubicación por Kakaotalk, no era nada más que la entrada principal del pueblo. 

Yujeong estaba en Northesden, el muy cabrón me había encontrado. 

Me apresuré a cambiarme para cruzar la calle sintiendo que el corazón se me saldría del pecho en cualquier momento, entré en el auto rojo y lo encendí, cada nervio de mi anatomía temblaba consta del revoltijo de emociones que estaba sintiendo; sentimientos encontrados nublaban mi mente mientras ponía en marcha el auto, ignorando el hecho de que Park había faltado a nuestra promesa de que él esperaría a mi llamado para arreglar las cosas, ese pacto quedaba opacado ante la emoción de verlo de nuevo después de tanto tiempo. El solo pensamiento de que atravesó un continente únicamente por mí solo fue el pico de iceberg de cómo me sentía en ese instante, y fue aquello lo que me demostró que lo que sentía por aquel idiota, no había desaparecido del todo. 

El camino hacia la entrada principal me resultó agobiante, largo y eterno, pero en el momento que entré a este, visualicé una figura vestida con unos vaqueros claros y una camisa negra formal que reconocí a instante. Era él. Maldición, tenía a Yujeong Park a varios metros junto a su maleta mirando a mi dirección. Detuve el auto a su lado con algo de dificultad debido al temblor de mis manos. Ni siquiera apagué el motor para cuando bajé del vehículo, ya que en el instante que mis ojos conectaron con los suyos, todo lo demás dejó de importar. 

EN DISTINTA SINFONÍAWhere stories live. Discover now