Capitulo 4

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Suspiro, subiendo las escaleras de los 12 templos luego de despedir a los chicos, sujetado la espada en su cintura, mirándola de forma detallada pensando en lo que podría pasar con ella. Estada consiente en parte que esa herramienta era inútil en contra de un espectro, o cualquier otro enemigo, con un solo toque seria fácilmente destruida.

— "¿Hasta donde podre llegar?" — Se pregunto a si mismo. Regulus no podía negar que sentía el cuerpo entumido. Hacía ya un tiempo que no estada tanto rato bajo un riguroso movimiento físico. Claro que no veía con malos ojos las intenciones de Cid al dársela, ya que Hasgard tenía mucha razón en lo que dijo. — "No debo ser inútil en esto, debo buscar una forma de pelear" — Tenía algo de magia y una espada... — "Estoy muerto..." — Su semblante cambio de forma drástica, perdiendo la sonrisa que hace un rato tenia. — "No creo que llegare a algo en esta posición pero aun así, debo esforzarme" — Se alentó a sí mismo, volviendo su atención a los templos frente a él, esperaría a su templo devuelta en su templo.

Pasando por el vacío templo de Géminis, hasta terminar en las escaleras que llevaban a Cáncer.

— ¿Umh? — Sus ojos captaron con atención el camino de luces de color azul que se toparon frente a él cuando quedo frente del templo. Reconociendolas al instante. — ¿Sera que...? — Se pregunto, sonriendo ante la vista esas estalas de luz en pleno día, estas tenían la apariencia de querer guiarlo. Haciéndoles caso.

— Parecen luciérnagas. — Sus ojos encantados con lo que veían terminaron en un costado del templo de cáncer, empezando a preguntarse sobre su guardián. Encontrándolo de forma muy rápida.

— Parece que el destino me trajo un lindo gatito. — Bromeo, desde el arriba del templo donde de un salto quedo frente al castaño, sonriéndole. — Me alegra que vinieras. — Le hizo saber, pasando la mano por su cabello. Llamando la atención de Regulus que no tenía ni la armadura y su pandora Box cerca. Estaba simplemente en el traje que solían ocupar en misiones.

— Manigoldo... Tenemos tiempo sin vernos.

— No seas tan pesimista. ¿Creíste que iba a dejarte sufriendo en silencio? Si es así, se nota que no me conoces mucho. — Le expreso, bando el paso atrás mientras, dejando sus brazos cruzados a la altura de su pecho. — ¿Cómo te sientes? Y se honesto conmigo.

— Ahh... Bueno, no sé qué decirte...

— ¿Te sientes una carga? ¿Perdido? ¿Mal? — Inquiero. De mala gana a Regulus le toco asentir. — Es normal. Tienes todo el derecho a sentirte de eso modo.

— Yo... Ahhh... No sé qué hacer ahora. Y como sabrás ahora estoy buscando no quedarme atrás en esta guerra. — Sujetando la espada en su cintura le dijo, desviando la vista notándosele inseguro.

— Dímelo, ¿Te sientes cómodo con este regalo?

— Bueno. No sé si esta espada es común o será un arma especial. Pero creo que los 2 sabemos que no durare mucho, las armaduras cubren bastante del cuerpo como para herirlos de gravedad, con su cosmos serian capaces de partir esto en cosa de 3 minutos hasta en la distancia. — Suspiro. — Estoy casi seguro que me la vieron para hacerme sentir mejor. Por eso no dije nada.

—  Lo entiendo, aunque es buena esa iniciativa. Sinceramente, creo que tal vez te la vieron para que no flaquees y en consecuencia pierdas lo que te hizo un santo en primer lugar. No obstante no vengo a decirte mil palabras de aliento que seguro ya estas harto de escuchar. Vengo a que me acompañes.

— ¿Acompañarte? — Ahora estada confundido, más no desinteresado.

— Necesitas relajarte, estas con mucha angustia y lo mejor es divertirte un poco. Por eso tienes el honor de estar los próximos días, acompañado del grandioso: Yo. — Moviendo los brazos se señalo a sí mismo de una manera muy arrogante que provoco que una ligera brotara de los labios de Regulus. Manigoldo le dedico media sonrisa, mostrando sus dientes.

— Bueno. Ah... ¿Estás seguro?

— Claro, es obvio que he visto como los otros buscan ayudarte, no esta mal pero creo que un gran chico como tú, también merece... Como decirlo; Divertirte. Y yo sé mucho de ese tema. ¿Me acompañas? —  Dicho esto le ofreció su mano, esperando tranquilamente hasta que Regulus acepto, imitando su gesto.

— ¿A dónde vamos? ¿A un lugar divertido?

— ¿Has tomado licor antes?

— Ahhhh... — No supo que responder, y la expresión que le ofreció al Santo de Cáncer fue suficiente para que este retrocediera a la idea de forma casi instantánea... De momento. — Lo siento. Si quieres...

— No, está bien. — Lo detuvo antes de que pudiera decir otra cosa, posando su mano en su hombro. — Tengo más ideas. — Sonriendo le guiño el ojo, haciéndole una señal para que lo siguiera, siendo obedecido por el ex-santo de Leo.

— Espera... ¿A dónde vamos? - Pregunto, estando bajando otra vez entre las escaleras del templo de Cáncer y Géminis.

— A Rodorio. Estoy casi seguro que hay cosas interesantes allí que te pueden gustar. - Le hizo saber. Deteniéndose para ofrecerle su mano, detallándolo de pies a cabeza cayendo en cuenta de un par de cosas. — Aunque, deberías dejar la espada, y tal vez tomar un baño. Estas perfumado en sudor. — Bromeo, acción que hizo sonrojar al menos por la vergüenza, cayendo en cuenta de que no mentía.

— Tienes razón, dame unos momentos. No tardare. Aparte... Igual tenía que decirle a mi tío que iría.

— Entiendo, supongo que no quieres dejarle más dolores de cabeza de los que ya tiene.

— Jajaja. Bueno, en parte. — "Ahora que lo pienso, mi tío siempre se ha esforzado por cumplirle a todos, no importa que tan mal pueda sentirse"- Sonriendo sutilmente ese pensamiento cruzo por su mente, con la imagen, o mejor dicho el recuerdo de su tío sonriéndole cual ángel de la guarda hace ya unos años, cuando estada empezando su entrenamiento luego de haber estado solo. No quería preocuparlo, mucho menos ahora que ya no era ese niño inocente, sumergido en el dolor de haber perdido a su padre.

— ¿Pasa algo?

— Nada, solo me hiciste recordar algo. Espérame cerca, no me tardo. —  Y sonriéndole al santo de cáncer, en un gesto donde sus facciones similares a los de un León resaltaron se fue otra vez, templos arriba, quedando con la mirada del santo de cáncer a sus espaldas. 

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Lo único que odio de editar este fic, es que como lo tengo también en A03, tengo que copiar el texto, moverlo a otra aplicación, corregir y luego copiar a ambas páginas. Por lo que, todos esos hermosos comentarios que  acompañaban los textos se pierden. Me duele, porque este fic es donde más comentados que tengo.

Luciérnagas azules.Where stories live. Discover now