La mañana en el tren había sido mucho más placentera de lo que había pensado. Luna me mantuvo ocupada con detalles finales de la boda y preguntas sobre la cena de ensayo de la noche. Y aunque era lo último en lo que quería pensar, cumplió su prometido de mantenerme entretenida. Todo había pasado muy bien, pero él... No podía evitar mirarlo.
Mirarlo con esa alegría que contagiaba a todo el tren, excepto a mí. Sonriente de oreja a oreja, pareciera que estaba teniendo el mejor día de su vida. El príncipe Max me estaba restregando lo feliz que se sentía al no tener a Jake cerca de mi y aunque no me dirigió la palabra en ningún momento a mí me hervía la sangre de solo pensar el cuanto lo estaba disfrutando.
Maldito.
Evitaba mirarlo, porque solo me recordaba que Jake ya no estaba y eso me ponía de malas. Gracias a Luna que hizo un gran trabajo manteniéndome ocupada pudimos llegar al Reino Norte en un tiempo que sentí no fue tan extenso.
Manila tomó la noticia de Jake de muy buena manera. Y eso por alguna razón me hizo sentir aún más mal. Era como si estuviera sola con todo este sentimiento que me abrumaba sin parar.
Ahora estaba frente al gran espejo de mi habitación. Mi vestido azul celeste apretaba fuertemente mi cintura y resaltaba mi figura a su vez. Es un vestido hermoso, tal vez uno de los más bonitos que he usado y definitivamente muy elegante.
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Manilla terminaba de rizar mi cabello mientras tenía una media cola terminada, rizos caían sobre mis hombros como cascada.
Quería verme bonita, pero no me sentía.
No importa si tenía el vestido más caro de la fiesta o el peinado más elaborado o las zapatillas más altas.
No tengo humor para esto.
Pero no le voy a dar gusto. No le voy a dar gusto al príncipe Max de verme derrotada. Ese hijo de puta me va a ver como la mujer más feliz de todo el Reino y ya no quedará rastro de la triste Violetta del tren.
Estoy segura que es algo que a Jake le gustaría.
Después de unos instantes nos tocan la puerta. Es hora de salir.
Me miro al espejo y subo mis hombros. Es hora de elegir.
¿Debería usar el lápiz labial rojo?
No puedo darle falsas esperanzas a la princesa Elena, pero al mismo tiempo pienso en Jake. En lo que me prometió, en lo terco y testarudo que es. Pienso que no me imagino un mundo en el cual todos los reinos pertenezcan al Reino Norte. Simplemente no lo puedo permitir, es inimaginable.
Cuando salgo de mi habitación siento mis hombros pesados. Mis zapatillas son tan altas que me siento casi como si estuviera tomando el cielo, aunque obviamente no.
Al otro lado del pasillo, al fondo viene caminando el príncipe Max. Lo puedo divisar con un bonito traje color azul marino.
Mi estómago cae al piso. Es momento. El momento de la cena de ensayo de mi boda. Se supone que debería sentirme la mujer más feliz del reino y no lo soy.
Y como si estuviera esperando el mejor momento, Jake aparece en mi mente. Aparece en mi mente porque si él fuera el novio yo estaría feliz. Y todo sería perfecto.
Mis ojos se llenan de lagrimas, pero no me puedo permitir llorar. Mucho menos teniendo al príncipe Max sólo a unos metros.
- Te vez hermosa. - me dice cuando llega a mi lado.
- Muchas gracias.
Respondo sólo por educación y le doy la sonrisa más bonita que puedo ofrecer.
- Me encantan los labios rojos. - me susurra mientras nos dirigimos a la cena.
Y cuando entramos siento las miradas en nosotros. Se siente como si estuviera bajo una lupa.
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Holaaaa<3 Lamento mucho la espera, empezó mi semestre de la universidad y he estado muy ocupada, espero el capítulo haya valido la pena!
