Capítulo 36

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Me tiembla el cuerpo solo de pensar en que Finn esté interesado en mí

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Me tiembla el cuerpo solo de pensar en que Finn esté interesado en mí. Siempre ha sido muy insistente con sus intereses y si quiere algo, lo consigue, así de claro. Da igual lo que sea, su dinero y los contactos de su padre pueden hacer maravillas, de esta forma lo ha tenido todo en la vida. Por mucho que me doliera verle tan pronto pasar página al principio, en el fondo era una alegría porque eso significaba que se olvidaría de mí. Pero al parecer solo era una fachada, algo con lo que darme celos, aunque lo cierto es que no siento absolutamente nada por él y sé que eso le jode.

Pensar en el pasado solo me pone los pelos de punta, hasta la fecha, aquellas fotos fueron lo más doloroso e impactante que me ha ocurrido, no me dejó muy bien psicológicamente. Que tu pareja, la persona a la que quieres y con la que pasas tantos momentos, te sea infiel es algo que desestabiliza todo el cuerpo e incluso la vida. Al final te vas apagando, aunque quieras mantenerte encendida, todo se viene sobre ti y te hundes en malos pensamientos.

Todo comenzó en el instituto, yo no era la más popular, pero sí tenía algo que me hacía resaltar: Axel. Él era muy conocido y querido por todos, su forma de ser le hacía sobresalirse del resto y por no hablar de que estaba en el equipo de fútbol. Nunca le gustó la competencia, la presión y todo lo que conlleva, por lo que disfrutaba más viéndolo que jugándolo, él lo hacía porque se lo pasaba bien con sus amigos. Cuando llegué al instituto, no conocía nada más que a Axel, y los primeros días estuve pegada a él como una lapa, ahí fue dónde conocí a Finn. Ellos eran mejores amigos, así que no me quedó otra que entablar conversación y ser amable. Lo que realmente no esperaba, es que días después decidiera agregarme a las redes sociales e iniciar un casual chateo virtual conmigo. Sin embargo, en el instituto, no parecía sacar el tema ni mostrarse diferente, por lo que entendí al instante que no quería que mi hermano se enterase, y yo callé. Por las noches volvían las conversaciones hasta altas horas y hablando de cualquier cosa. No había que ser muy avispada para saber que yo le gustaba, pero no quise creerlo hasta que él mismo me lo confesara.

Al poco tiempo, comencé a conocer a una chica rubia la cual se presentó para ser delegada de clase, miembro del consejo escolar y organizadora del baile de bienvenida. Kenzie ya estaba destinada a ser lo que es hoy, sus dotes son natas. Me alejé del grupo de Axel, y por lo tanto de Finn, aunque él y yo seguíamos en contacto como siempre, secretamente.

Finalmente, el día llegó, Finn se las apañó para que quedáramos en un rincón del instituto, asistí bastante nerviosa y ni si quiera sabía por qué. Ahí, bajo un árbol con hojas anaranjadas por el otoño, me confesó sus sentimientos hacia mí y, me invitó al baile de bienvenida. Acepté sin dudarlo, en el fondo tenía clara mi respuesta si alguna vez me la cuestionaba, porque él también me gustaba.

Después de aquello, hubo que contárselo a mi hermano y como era natural, al principio no le gustaba la idea, pero no le quedó otra que aceptarlo. Kenzie y yo nos unimos a su grupo, dónde conocimos a Lizzie, una castaña con el pelo largo y liso, que dejaba sin aliento a todos los chicos y, además, una de las animadoras que asistía a todos los partidos para animar al equipo. Comenzamos a ser íntimas, convirtiéndonos en el trío de amigas del instituto: la guapa animadora, la minuciosa miembro del consejo escolar, y yo, que me caracterizaba la simpleza en todos sus aspectos. Vivimos la época de instituto con bastantes momentos que nunca olvidaré, mientras que mi relación con Finn fue experimentando con todas mis primeras veces de las que no me arrepiento en absoluto. Después de todo, era un simple amor adolescente donde abundaba la inocencia y nos sentíamos atraídos por todos los secretos que nos aguardaban, es parte del proceso que nos brinda la experiencia. 

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