Veintisiete: Tardes quebradizas, anochecher frágil.

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Su primer viaje en tren fue una mezcla entre emoción, miedo y sorpresa, y, sin importar que el trayecto le dejase con malestar estomacal y muchas preguntas, JungKook acabó por adorarlo y ansiar repetirlo, se recuerda preguntarle a su madre cuantos días faltaban para regresar a casa, no porque quisiera irse, sino porque quería volver a abordar esa máquina, ya seguro de cómo sería.

A día de hoy, muchísimos años más tarde, JungKook sigue disfrutando los viajes en tren y, aunque de extraña manera, esperaba disfrutar este. No lo hace. Está sentado, carente de ganas para hojear el libro que lleva en la mochila, no le entusiasma saber el final, no le entusiasma pasar productivamente el tiempo, solo quiere que pase, o que de preferencia la tierra lo trague y lo escupa cual cañón hacia la luna. Sería idéntico al principito. Está acodado en el reposabrazos con el mentón cargado sobre la palma, se ve incómodo, al verlo, HoSeok piensa que intenta romperse la muñeca. Asume que lleva un mal día por consecuencia de no dormir, notó que su hermano tiene el ciclo del sueño más arruinado de lo normal, especialmente porque llevaba semanas durmiendo bien, a veces no lo hacía en casa, pero eran buenas horas cuando sí.

—Kook —le dice, tocando su hombro para conseguir que se saque los audífonos y le preste atención—. ¿Tienes sueño? ¿Quieres dormir? —JungKook niega—. ¿Seguro? Tengo una almohada pequeña en la mochila por si te dan ganas.

—Estoy seguro —responde, colocándose nuevamente los audífonos e intentando no hablar a gritos al no escuchar su propia voz—, pero gracias.

HoSeok se relaja, aceptando lo que le es afirmado. Se coloca los audífonos también y usa él la almohada, recostándose para intentar tomar una siesta en la impráctica posición. 

El trayecto da esta sensación de eternidad cuyos segundos JungKook aborrece, no puede distraerse en libros o en juegos porque al intentarlo nada le satisface, la cantante que ha estado escuchando los últimos días es la única que consigue acompañarlo sin desatar una molestia inexplicable. Le gustan las súplicas rotas, las que ella expresa con dolor al raspar la voz por su garganta. Lo hace sentir menos solo, menos desdichado.

Se pregunta cuál de sus piezas es la que SeokJin arrancó para llevarse y por qué escogió una indispensable. Es como si el cielo se le cayera encima.

—¡Mis bebés! —exclama su madre al verlos bajar, ella se dirige a abrazarlo mientras su padre abraza a HoSeok. Le deja un besito en la frente y cambian, es estrechado por los fuertes brazos del hombre y golpeado suavemente en la espalda por sus manos, le hace gracia que siga sin medir su fuerza luego de años—. ¡Vamos, vamos al auto! No nos llaman si nosotros no los llamamos a ustedes, ¿cuál es su excusa? Malagradecidos con su pobre madre.

JungKook suelta aire por la nariz en forma de risa, HoSeok en cambio se arroja a abrazar a la mujer y besa efusivamente su mejilla, negando lo que dice para compensarlo con palabras amorosas. Solos detrás de su madre y hermano, el padre de ambos se ofrece a arrastrar la maleta del menor, él niega, prefiere preguntar cómo ha estado, para llenar el espacio y ser atacado con una broma ridícula. 

En el auto, JungKook quiere apagar sus emociones esta semana que viene, ¿había peor momento para irse a la mierda? No, no lo había, este era el adecuado. Cambiar de año con el dolor de pecho. Ah... si hubiese una pomada para el dolor torácico. La hay, pero no arreglaría nada. Su madre habla mil cosas con HoSeok, su padre escucha, JungKook sabe que es un hombre de pocas palabras, uno que disfruta el silencio del tiempo compartido, o el bullicio del mismo, mientras él no deba intervenir no le interesa lo que haga el resto, siempre y cuando lo hagan cerca suyo.

—Tan callado que estás —observa su madre. JungKook ríe, negando.

—Durmió mal —lo excusa HoSeok. Ella lo mira con un puchero.

Incidente. | JinKook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora