Treinta: Si pudiera verte.

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Los días pasan sin tomar en cuenta a SeokJin, está quedándose atrás, no porque no salga, no porque sus días estén vacíos, pero porque él comienza a estarlo. Desde aquella noche en que NaYeon se sinceró, SeokJin siente que hubo un cambio en el aire, un cambio en ella, tal vez en él también, pero no se lo admitiría, lo más lejos que se ha atrevido a llegar es a molestar a la muchacha:

—Te rompiste —dramatiza SeokJin, arrastrando sus palabras—, enloqueciste, algo hizo crack y lamentablemente te volviste loca.

—Eres exagerado —señala ella, viéndolo dar una mala imagen a la cafetería al estar recostado sobre el mostrador—, eres un llorón exagerado y mal amigo.

No es del todo exagerado... SeokJin cree genuinamente que NaYeon se ha perdido, que no hay más cura a su rompimiento aparte de arrastrarlo con ella a todas partes.

—Salgamos hoy —es lo que dice de vez en vez. ¿Y quién es SeokJin para negar sus ofertas? Nadie, no es nadie—. ¿Recuerdas a los que conocimos la otra noche? —preguntaría después, dejando al mayor confundido, últimamente, tantas salidas, y tantas caras nuevas, mantienen a SeokJin alejado de lo que sucede a su alrededor.

La primera salida luego de su plática emocional no resultó extrema, por el contrario, NaYeon lo invitó al karaoke, a SeokJin le parecía extraño al principio, considerando el porqué fueron a uno, pero ella pronto explicó que lo necesitaba, advirtió también que lloraría y SeokJin estuvo bien con eso, prometió consolarla, así lo hizo.

La segunda salida fue, tal como ha pensado SeokJin, la escena clara de un caballo desbocado. Lo cierto es que le gustó cuidar de NaYeon, ayudó a alejar su cabeza de nombres innecesarios, ayudó a volverse más cercanos cuando, a la mañana siguiente, recibió unos agradecimientos que no estaba esperando.

Con ambas salidas en mente, y una línea de tiempo, SeokJin puede ver claramente la flechita que no hace más que elevarse en el gráfico imaginario dentro de su cabeza, haría un dibujo en una servilleta incluso.

—¿Estás libre mañana? —quiere saber NaYeon, ha invadido el espacio personal de SeokJin, él no hace más que alejarse con sus cejas muy alzadas y una mueca en los labios, si no la conociera mejor, juraría que llega al trabajo ebria, es su humor de cuando lo está—. Nos invitaron a salir.

—Estoy libre mañana —responde, restándole importancia a quien sea que busque verlos.

Aunque SeokJin no lo aceptaría nunca, hay una parte de él que se alegra inmensamente por conocer a esta nueva NaYeon, si fuese más irresponsable, tal vez serían dos caballos desbocados. Según lo que sabe, de momento solo es uno y su jinete, uno que no la detiene, más bien le aplaude para permitirle a ambos cierta clase de escape.

Llamadas perdidas. Lee en la pantalla, es YoonGi. Un par se le han ido por casualidad, otras las ha ignorado a propósito, no sabe qué efecto tendrá en él, ahora, oír la voz de YoonGi.

SeokJin —uno malo, un efecto malo. Su estómago se revuelve—. ¿Dónde has estado? No he sabido de ti en... ¿cuánto, serán semanas? 

—Tal vez.

¿Dónde has estado? —repite—. Me preocupo por ti... ¿Has comido bien?

No, pero hay una fila de platos sucios que se pudren en su lavadero.

SeokJin comienza a creer que fue mala idea llamarlo, fue más bien un impulso.

—He estado trabajando —responde—, he salido con NaYeon, nos hemos hecho cercanos.

No te costaba decírmelo.

Incidente. | JinKook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora