Epílogo

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NARRADOR

Los días posteriores a la batalla final fueron quizás los más duros que se habían enfrentado después de la Gran Guerra liderada por el Gran Lobo. Nadie recordaba lo que era mandar tropas al campo de batalla, ni los estragos de esta misma, ni las bajas. Los destrozos ocasionados por las explosiones, los traumas y la reestructuración que necesitaban los altos mandos del Sistema.

Las familias predominantes se habían reducido casi a su totalidad. Un solo miembro de la tercera, una familia entera de la Cuarta y unos pocos de la primera. Todo el Sistema en sí debía replantearse y organizarse.

Los desertores puros que no eran más que una docena fueron privados de su libertad, mientras completaban un exhaustivo interrogatorio y las autoridades se aseguraban de que no fueran una amenaza. Si lograban pasar las pruebas impuestas, se volverían refugiados del Sistema.

Una semana había pasado desde que el omega Nanon había caído en la inconsciencia. Su estado de salud era tan delicado, con riesgos de sufrir otro aborto que los médicos sugirieron inducirlo a un coma provocado por un breve lapsus de tiempo. En el cuál, su alfa, esposo y pareja destinada no se había separado de su lado.

Ohm cumplió su palabra. No fue al campo de batalla. Se rehusó a volver a dejar atrás a Nanon y es que esta vez si pensaba hacer las cosas bien. Caminaría a su lado, de su mano y nunca más se iba adelantar de su paso. El amor que sentía por el omega era tan fuerte, apasionado y sacrificado que Ohm consideró en quitarse la vida si Nanon no sobrevivía. El alfa tenía responsabilidades con el mundo en el que vivía, con el gobierno que regía y con la gente que lideraba, pero... Su primer compromiso era con su familia.

No sé refería a su madre, no. Se refería a sus hijos y Nanon.

Hijos... Vaya, aún le costaba decirlo. Se había enterado de una forma tan abrupta y desesperada. No tuvo ni tiempo para asimilarlo cuando tuvo que cargar al amor de su vida en brazos, frenético y asustado por su desmayo. Cuando vio la sangre, su mundo entero se hizo pedazos. Se sintió el más maldito culpable y un miserable. Estaba seguro de que Nanon había abortado y no se había equivocado.

Efectivamente, el omega sufrió un aborto.

Pero inexplicablemente los corazones de sus fetos seguían latiendo. Fuertes y distintos. Llenos de vida.

¿Qué pasó? ¿En serio esas cositas pudieron regenerarse por sí mismas? ¿Qué clases de genes contenían?

Nanon no venía de una familia muy pura que se diga. ¿O acaso fue la mezcla de ambos linajes lo que formó una combinación de sangre nunca vista? Una capaz de hacer que fetos de poco más de dos meses de gestación fueran capaces de usar la regeneración.

Era un milagro y a la vez un misterio médico. Un objeto de investigación.

Ohm no quería pensar mucho en eso. ¿Qué más daba? Su esposo y sus hijos estaban bien, con vida... Lo único que él quería.

Los siguientes días no durmió, comió poco y se mantuvo sujetando la mano de Nanon, alerta ante algún cambio. Increíblemente notó que su vientre creció un poco, a la vez que Nanon perdía color en su rostro. Sus labios se tornaron agrietados. Un método poco ortodoxo, pero guiado por las necesidades de su lobo.

Finalmente, al culmino de una semana despertaron a Nanon, retirándole la dosis de drogas que lo hacían dormir. Nanon tardó horas en poder abrir sus ojos. Cuando lo hizo, lo primero que vio fue a un Ohm cabeceando somnoliento en la silla en la que estaba sentado, con sus dedos firmemente entrelazados y suspirando.

Nanon trató de pronunciar su nombre, pero la resequedad de su garganta no le permitió emitir palabra. Se quedó admirando fielmente el perfil de su amado y con el miedo impregnado de la noticia de sus hijos. Él había sangrado demasiado. Era muy probable que hubiera abortado. La idea le resultó aterradora y asfixiante. No quería ni siquiera contemplarla. Su corazón se estrujó dolorosamente en su pecho y lo único que deseaba era que Ohm se diera cuenta que él había despertado y que necesitaba un poco de agua.

No es fácil || OhmNanonWhere stories live. Discover now