10. E PLURIBUS UNUM - PARTE DOS

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CAPÍTULO DIEZ – E PLURIBUS UNUM
PARTE DOS

𑁍

—¡AYUDA!—ROBIN GRITÓ probablemente por decimoquinta vez en esa hora, su voz se extendió por los pasillos.—¡Alguien! Ayuda—.

—Oye—,se quejó Steve, y el corazón de Jackie dio un salto en su pecho.—¿Podrías dejar de gritar?—

—¡Steve!—Las dos chicas dijeron al unísono, y Jackie dejó caer la cabeza sobre el hombro de él, aliviada. Él estaba bien. Gracias a Dios.

—Oh, Dios mío—,respiró Robin.—Steve, ¿estás bien?—                                 

—Me zumban los oídos, no puedo respirar bien, y uno de mis ojos esta apunto de caerse—.Jackie frunció el ceño mientras forcejeaba con sus ataduras para agarrar su mano.—Pero eso es normal después de pasar todo un día con Jackie—.

Dejó escapar una falsa burla, sonriendo para sí misma una vez que se dio cuenta de que estaba lo suficientemente bien como para hacer bromas.—Cállate, imbécil—.

—¡Eso es nuevo!—Anunció, levantando lentamente la cabeza.—De todos modos, aparte de eso estoy bien—.

—Bueno, la buena noticia es que van llamar al doctor—.

Steve echó un vistazo a la habitación.—¿Este es su consultorio?—Las dos chicas se rieron.—Me gusta la atmósfera. Es encantador—.

—Sí, dímelo a mí. Okay, Jackie y yo ideamos un plan—.

—Oh Dios—,gimió Steve.—Los planes de Jackie son suicidas—.

—¡No lo son!—Ella se defendió.

— Lo son, pero no vamos a hablar de eso ahora. ¿Cuál es tu plan?—

—¿Ves esa mesa de allá? A tu derecha?—Steve miró a su izquierda y Robin suspiró.—No la otra derecha—.

—Ah, sí—.

—¿Puedes ver esas tijeras?—

—Ajá—.

—Creo que si nos movemos los tres al mismo tiempo podríamos llegar allí—,explicó Jackie.—Y podríamos tomar las tijeras y liberarnos—.

—Sí, sí—,asintió Steve, poniéndose rígido al recuperar la esperanza.—Wow, ¿esos idiotas dejaron unas tijeras aquí adentro?—

Jackie sintió que una risita se le escapaba de los labios.—Sí, lo hicieron. Que idiotas—.

—Bien, entonces. A la cuenta de tres, vamos a brincar—.

—Muy bien.—

—¿Listos? ¡Uno, dos, tres!—

Los tres saltaron al mismo tiempo, y sorprendentemente lograron acercarse unos dos centímetros a la mesa.—Oh, Dios mío, funcionó—.

—¡Funcionó! Bien, otra vez. ¿Preparados? ¡Uno, dos, tres!—

Esa vez, sin embargo, no funcionó, las ruedas de la silla se deslizaron y cayeron al suelo. Jackie gimió mientras su pierna se extendía detrás de ella torpemente.—Mierda. Creo que me he roto el tobillo—.

La cabeza de Steve se movió en su dirección ante su confesión, su mirada se estrechó con preocupación.—¿Estás bien?—

—No—,hizo un gesto de dolor, cerrando los ojos.—Esto duele como mucho—.

Robin soltó de repente una respiración temblorosa, y los dos compartieron una mirada.—Robin, está bien—,la consoló Steve.—Está bien, no llores. Robin... ¿te estás riendo?—

𝐒𝐓𝐀𝐑𝐂𝐑𝐎𝐒𝐒𝐄𝐃 | ˢᵗᵉᵛᵉ ʰᵃʳʳⁱⁿᵍᵗᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora