01: Una mera ilusión

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—¿No te da vergüenza? —escupió la persona con desprecio—

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—¿No te da vergüenza? —escupió la persona con desprecio—. ¿Cómo puedes vivir sabiendo que las desgracias de aquellas personas inocentes son tu culpa?

Me señaló con su dedo índice antes de usarlo para empujarme con tanta fuerza que me hizo caer sobre mis rodillas, mi piel ardió instantáneamente. Llevé mis manos a la zona donde me dolía y sentí mis rodillas húmedas. A pesar del dolor, presioné sobre mi piel para que la herida no continuara sangrando.

No podía verle a la cara, tenía demasiado miedo. Sin embargo, al verle los zapatos y el pantalón del uniforme escolar supe que era un chico.

—Todas esas personas murieron por tu culpa. Debes pensar que eres inocente, seguro piensas que eres una víctima más —continuó, su voz reflejaba asco y cada palabra se incrustaba en mi como dagas afiladas. Mantuve mi cabeza baja. No le miré, no lloré. Solo me quedé callada, temblando en silencio—. ¿No vas a responderme?

Percibí como alzó su mano y cerré mis ojos instantáneamente, sin embargo, el golpe nunca llegó, en vez de eso escuché un ruido seco contra el suelo. Esta vez si me armé de valor para mirarle, pero para mi sorpresa no llegué a toparme con su rostro o su mirada. Quien sea que fuera aquella persona que estaba intimidándome había sido derrumbado fácilmente por el chico que ahora se encontraba dándome la espalda.

—La vuelves a tocar y estás muerto —su tono era grave, sus hombros eran anchos y su cabello largo y oscuro caía como cascada sobre su nuca. Mi mente no lo reconocía, pero mi corazón si parecía hacerlo; latía con fuerza y desespero. El sentimiento de familiaridad solo creció cuando se giró y se arrodilló junto a mí.  Mi rostro se llenó de lágrimas en el momento en que nuestras miradas se cruzaron y habló con su voz suave—. ¿Estás bien?

(...)

Abrí mi ojos de golpe con mi corazón y respiración aceleradas, sin embargo, me topé con un techo blanco que no me era familiar. Me dolía todo el cuerpo a tal punto que me daba un poco de miedo intentar moverme, pero por costumbre alargué mi brazo a un lado de la cama para ver si conseguía mi diario sobre la mesa de noche. Sin embargo, no estaba ni el mueble.

Me inquieté, no estaba en mi cuarto y no tenía donde anotar mi sueño. Ante el desespero, ignoré el dolor que abarcaba mi cuerpo y me motivé a moverme, pero cuando lo hice descubrí algo peor.

Grité de la sorpresa y empujé el cuerpo que estaba junto al mío. Este abrió sus ojos con mucha somnolencia y con calma su rostro denotó confusión, a diferencia de mí, que le miraba totalmente escandalizada. Sin embargo, la familiaridad de sus ojos hizo que mi corazón latiera con aún más fuerza.

—¿Quién pepinos eres? ¿Qué haces aquí? —pregunté desesperada, volviéndolo a empujar para intentar apartar lo máximo posible su cuerpo del mío.

Al analizar mis alrededores finalmente caí en cuenta que me encontraba en una habitación de emergencias de hospital; Eso explicaba por qué me dolía tanto el cuerpo y olía a desinfectante. Había camillas vacías a mi lado, pero un chico estaba durmiendo en la mía al mismo tiempo que yo.

Purpose | Choi Beomgyu ; TXTWhere stories live. Discover now