UNO ✦ Bienvenido a las cenizas.

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   Llegó al pueblo vestido con la ropa de su padre, como si quisiera llevarlo consigo a pesar de todo

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   Llegó al pueblo vestido con la ropa de su padre, como si quisiera llevarlo consigo a pesar de todo.

   La cadenilla colgaba de su cuello cuando dio el primer paso fuera de la estación de buses, sintiéndose algo desprotegido por la falta de pertenencias a su favor. Había decidido venderlo todo a excepción de su teléfono móvil, laptop y un par de ramyeon instantáneos de carbonara. No recordaba dónde carajos estaba la vieja y enorme casa de su padre, pero el otro objeto que no había vendido era un mapa que encontró en el cuarto del difunto: un mapa antiguo donde la mansión estaba marcada con una cruz roja, como si fuera un mapa del tesoro infantil.

   A la tenue luz de las nubes oscuras, en un atardecer que no daba un buen augurio por cualquiera que fuera la razón, Jimin no sólo se sentía sin pertenencias materiales, si no que algo le faltaba en el pecho, y el pueblo parecía insistirle de manera silenciosa para rellenar ese sitio en su corazón. El recuerdo de su padre, describiéndole el ambiente tétrico del pueblo a medio abandonar, agreste, seco y siendo constantemente atacado por desastres naturales... Siempre pensó que estaba exagerando por la nostalgia o el valor del shock, pero la estación de buses era como un edificio derruido, con las paredes resquebrajadas y las luces apagadas. Siendo él la única persona dentro del lugar. Genuinamente era como ir al final del mundo.

   Había cambiado su apariencia completamente solo de manera bastante exitosa: su cabello fue teñido de un naranja encendido, no se había puesto la base de siempre para ocultar sus pecas y estas, ahora, eran fáciles de ver en cada centímetro de su rostro sereno, aunque claramente apesadumbrado. El hecho de que vistiera la ropa de su padre le daba un aspecto muy diferente a lo que acostumbraba: ahora se veía como un motoquero de esos de los ochenta, así como su padre lo fue. Sus ojos de cachorro estaban apagados, aunque había hecho el esfuerzo de ponerse brillo en los labios y uñas, como para aparentar un mejor estado de ánimo.

   Vagó por el exterior del sitio levantando la mirada de una vez por todas y dobló el mapa delicadamente en contra del viento, la mochila casi vacía colgando de sus fuertes hombros tristemente. Ahí fuera el cielo estaba nublado y corría un viento que amenazaba con ser más potente en un par de horas, dejándolo temblando con su abrigo insulso. La estación se veía rodeada de una vegetación de aspecto agreste, espinos y pasto seco alzándose por las viejas paredes de madera. En la cabina de seguridad una televisión de los dos mil se hallaba encendida pero sin ningún espectador. El guardia de seguridad estaba en el baño, pero llevaba al menos media hora sin salir de ahí. Y la verdad es que Jimin no quería quejarse por muy solo que se sintiera.

   Dudaba de si volver a entrar a la estación para no estar ahí con frío y temblando a la espera de su bus de acercamiento o no, pero decidió hacerlo: se dio la vuelta cuando repentinamente un sonido de motor pequeño le llegó a las orejas, haciéndolo detenerse en sus propios pasos. Y es que la vida no estaba dentro de la estación, ahí estaba la vida, llegando al terminal de autobuses en una motocicleta tan cuidada que resultaba un poco sospechoso.

EL PUEBLO DE LOS HORRORES 𐙚 病気 . GGUKMIN.Where stories live. Discover now