一: あの子 の 物語。

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°○°《Primera: La historia de ella.》°○°

°○°Narrador°○°

Takemichi comenzaba a ver más árboles de los que realmente habían. No sabía si era su mente jugándole una mala pasada o si realmente ya estuvo en esa zona. Su teléfono marcaba las 6:00 pm, pronto anochecería, y no tenía ni la más mínima idea de cómo salir. El guardabosques entró junto a ella pero éste ya no estaba..., ambos salieron corriendo en direcciones opuestas tras escuchar "aquello", ahora estaba por su cuenta... y los ruidos extraños acrecentaban con una frecuencia alarmante.

Tres horas antes...

Acababa de dejar la décima carga de toallas en tan sólo quince minutos. Hina no mentía cuando dijo que habrían muchos huéspedes durante esa temporada, cosa que le vino como anillo al dedo teniendo en cuenta sus fondos actuales y el hecho de no haber podido encontrar trabajo en seis meses.

---Hanagaki-san, requieren sábanas nuevas en la habitación número 15, al parecer vienen con un niño pequeño y éste vomitó sobre el futon ---le avisó una de las empleadas.

---Iré enseguida ---dejó las toallas en el dormitorio donde se encontraba y se alisó la rígida tela verde claro del incómodo kimono que constituía su uniforme de trabajo, seguido fue hasta la lavandería a recoger el pedido.

Dentro de todos los establecimientos similares en la zona, este era por seguro uno de los más viejos, demasiado quizás. En algunas partes podía verse pintura caída y madera roída pero eso no impedía a los turistas interesarse por tan histórica construcción, de hecho, ella misma no puedo evitar quedarse sorprendida ante el magnífico jardín zen que decoraba la entrada, las agradables aguas termales, los árboles de cerezo en plena floración y el estanque de peces koi en el patio trasero. Parecía uno de aquellos sitios sobre los que escuchas en las antiguas leyendas del Japón feudal, repletos de samurais y geishas.

Definitivamente disfrutaba su trabajo, aunque algunos cambios en su apariencia sí debió hacer, para "sintonizar" a una mayor medida con el ambiente.  Tuvo que volver a teñirse el cabello de negro, puesto que el rubio que antes lucía resultaba demasiado llamativo. Un cambio bastante conveniente de hecho, así se ahorraba una cantidad significativa en productos para teñirse.

El pasillo que llevaba a la lavandería estaba decorado con algunos arreglos florales y las paredes estaba hechas de papel, he ahí una de las pocas cosas que le desagradaban, ya que a veces tenía la sensación de ver sombras detrás de ellas incluso cuando sabía que el papel solamente cubría unas puertas de madera de lo que antes eran antiguas habitaciones, pero se encontraban selladas desde hacía década. Aun así, el sentimiento de temor que ejercía en ella nunca disminuía.

Sin quitarle la vista de encima prosiguió su camino, entre mayor era el tiempo que estaba ahí podía percibir decenas de ojos mirándola.

Al llegar a la lavandería encontró las sábanas pulcramente dobladas en un cesto mediano. Una vez frente a la habitación avisó su llegada pero nadie respondió, supuso que estarían recorriendo los alrededores, por lo que entró y tendió las sábanas en los distintos futones y recogió las sucias para llevarlas a lavar.

Pero al abrir las puertas nuevamente notó a alguien más frente a ella.

---¿Onee-chan trabajas aquí? ---le preguntó la pequeña con curiosidad, vestía una yukata similar a las que entregaban para el uso tras salir de las aguas termales.

---Sí ---respondió amablemente---, ¿Te hospedas aquí? ---dijo recordando lo dicho por su compañera de trabajo.

La niña le lanzó una mirada confusa como si ni siquiera ella misma estuviera segura de la respuesta.

Dentro del bosque Where stories live. Discover now