𝐹𝓇𝒶𝑔𝓂𝑒𝓃𝓉𝑜𝓈 𝓅𝑒𝓇𝒹𝒾𝒹𝑜𝓈

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Cuando creía que todo estaba perdido un tercero me sujeto el brazo jalándome lejos de Yoongi. Me sentí aliviado. Escuche como Yoongi calmaba a sus guardaespaldas que no habían estado ahí cuando me acerque a él. Veía lo que sucedía a mi alrededor, Yoongi se veía molesto, me gritaba enojado, sus guaruras le gritaban a otros tipos de traje y los guardias del lugar trataban de intervenir en la situación.

Podía ver mas no escuchar, un silbido llenaba mis oídos, mi cabeza dolía que sentía que me desmayaría en el lugar. Nuevamente antes de que cayera al suelo fui tomado por los hombros y alejado del lugar. No entendí porque alguien intervino hasta que miré el rostro de la persona que me arrastraba.

Hoseok con el rostro fruncido era raro de ver. Debía de estar más que molesto conmigo por venir a este lugar luego de haberme rogado que me olvidara de los que me hicieron daño.
Tras un minuto terminamos fuera del lugar, caminamos por el estacionamiento, mi llanto seso en algún momento.

—Entra a la camioneta —Hoseok intentaba ser duro conmigo, pero no le salía.

Lo miré con toda la vergüenza del mundo. Mi ropa y maquillaje debían de dar una mala imagen de mí. En los ojos de Hoseok pude notar la preocupación, la tristeza y el enojo. Esto era lo que amaba de volver a ver, cuando perdí la vista fui engañado con voces melodiosas y palabras bonitas, de haber visto el rostro de Yoongi jamás me hubiera fijado en él, esta noche vi la maldad de su corazón, su alma vacía.

—Hoseok —lo llamé en un susurro lastimero.

—Jimin ¿Qué haces? —se acercó para quitarme el antifaz.

Me arroje a los brazos del hombre frente a mí y me deje envolver entre sus brazos. Lloré de nuevo, pedí perdón una y otra vez.

Y es que volver a ver y poder mirar el alma de las personas atreves de los ojos que son la puerta a nuestro corazón me hizo poder confiar en las personas correctas. Había llegado a casa, sin embargo, aunque lo sabía no me bastaba si ellos seguían afuera en el mundo haciéndole mal a alguien más.

—Deja de pedir perdón —Hoseok me separo de él, con sus dedos limpio mis mejillas.

—Soy un idiota. No debí venir —negué llorando.

—Al menos entiendes que corriste peligro y no lo volverás a hacer —ante mi silencio insistió —no lo volverás a hacer Jimin —no era una pregunta.

—Perdón —me límite.

—Jimin. De no haber llegado, ambos sabemos cómo hubiera terminado.

Si. Conmigo muerto definitivamente.

Tenía que preguntar algo esperado.

—¿Cómo me encontraste? —ceñí mis manos en el saco de Hoseok no quería apartarme de él.

—Al no verte en tu cama tuve que mover influencias, hice que revisaran las cámaras de la ciudad para seguir tu camino —lo sentí tensarse, debió ser un gran susto para el.

Recargue mi rostro en su pecho, escuchar los latidos de su corazón era tranquilizante. Una mano me acarició el cabello, en otro momento me hubiera quedado dormido. Pero en este momento quería ver el rostro de mi salvador, sin embargo, no podía hacerlo.

—Vámonos. Mañana es un gran día —anunció Hoseok.

Esa noche tuve una pesadilla que era constante en mi vida. Soñé que estaba de regreso en la casa que crecí, el tiempo había retrocedió, nunca lograba salir de esa casa en mis sueños.

 Soñé que estaba de regreso en la casa que crecí, el tiempo había retrocedió, nunca lograba salir de esa casa en mis sueños

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