«37» Problemas en el paraíso

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Abrí los ojos poco a poco, sintiendo las manos de Aidan aún encima de mi cuerpo. Necesitaba tomar agua. Aparté sus manos y me levanté con sumo cuidado. Me puse la pijama y abrí la puerta, pero algo me interrumpió: El sonido de un celular.

Me acerque a la mesilla de noche y observé el teléfono de Aidan. ¿Quien podía ser a esta hora? Tomé el teléfono entre mis manos y desbloquee la pantalla para así leer el mensaje. No le veía nada de malo al fin y al cabo éramos... Algo.

"Me encantó la noche que pasamos ayer, espero volver a verte por mi casa, tengo unos juguetitos que van a encantarte".

Número desconocido.

Me quedé inmóvil mientras leía una y otra vez aquel mensaje. ¿Cómo era posible? Esto no podía estar sucediendo. No ahora. Mi corazón parecía que iba a salirse de su lugar. Me sentía aturdida, pasmada, bloqueada.

La noche anterior Aidan me había llevado a casa antes de las nueve, así que tuvo toda la noche libre. Eso me daba a confirmar que había estado con otra mujer. Claro. El me lo advirtió.

Cerré los ojos por un momento, conteniendo las lágrimas.

Sentía que iba a estallar por dentro. La desesperación me invadió de una manera impresionante, quería mandarlo todo a la mierda y llamar a aquella mujer que mando el mensaje, quería escuchar la voz de la zorra con la que Aidan me engaño. ¿Y qué tal que no solo hubiese hecho ayer? ¿Que tal que lo hubiese hecho más veces?

La ira me emergió.

Miré hacia un lado y observé a Aidan durmiendo muy tranquilo. Tan campante como si nada hubiese pasado. Seguramente se sentía orgulloso de la hazaña que había hecho. ¿Cómo fue capaz de decirme te amo cuando al día anterior estuvo follando con una cualquiera?

Tal vez fue mi culpa. Tal vez me descuidé y todo este plan fue un error, por eso Aidan me había sido infiel.

Tal vez fue la falta de sexo. Hombres son hombres y necesitan satisfacerse, pero Aidan siempre me dijo que estaba dispuesto a esperarme cuánto tiempo quisiera. Eso fue cuando éramos novios y no existía ese maldito plan que Noe invento. Entonces yo había tenido mucha culpa en este asunto.

Me dolía en el alma saber que otra mujer lo había tocado.

Me acerque a Aidan, en un acto de desesperación. Necesitaba desahogarme pero haciéndole daño mientras dormía no era la forma. Siempre fui una chica pasiva pero en ese tipo de situaciones la calma que habitaba en mi cuerpo desaparecía por completo.

Di un paso atrás, controlando mis impulsos, controlandome de lo que fuese que fuera hacer en ese momento y comencé a recoger mis cosas, las cosas que habían tiradas en el suelo. Cuando las tuve en mi poder, salí de la habitación y cerré la puerta.

Bajé por las escaleras sintiéndo que mi corazón iba a estallar de dolor y comencé a vestirme en la sala de estar. No me importaba como tenía el maquillaje ni tampoco el pelo. Tenía que irme.

Caminé hacia el teléfono, lo tome y marque a un servicio de taxi, me contestó aquella grabación que indicaba que tenía que esperar por unos segundos. Yo miraba constantemente hacia la puerta de la habitación de Aidan, la culpa podía observar desde mi lugar, pensaba que iba a salir en cualquier minuto. Tenía pánico.

La cosa empeoró cuando el teléfono móvil que mi padre me había regalado comenzó a vibrar, deje el teléfono a un lado y me acerqué rápido a éste. Lo tome y ví que era Noe la que llamaba. No quería contestarle, seguramente me echaría una biblia y no estaba para sermones.

Apagué el teléfono móvil, pero lo encendí al instante.

Volví a tomar el teléfono y justo contesto una chica. Me pidió la dirección y el número de teléfono, me dijo que el taxi estaría en la finca en cuestión de minutos. Ahora solo tenía que esperar.

Nerviosa, me senté en un sofá y comencé a comerme las uñas pensando en todo lo que había sucedido, en cómo me había hecho sentir para que después mi burbuja de amor explotara. Había perdido mi virginidad con un hombre al que no le importo haberse follado a una zorra la noche anterior. ¿Eso era amor?

Vaya forma de amar la de Aidan.

Estaba impresionada.

Revisé mi celular detalladamente mientras esperaba a que el taxi llegará. Me encontré con el mensaje que Drew me había mandado en la tarde, me sentí mal por no haberle respondido. Seguramente si hubiese accedido a ir a su fiesta nada de esto hubiese pasado y no estaría llorando como una magdalena.

"¿Todavía está muy tarde para ir?" Escribí.

Enviar mensaje.

Tal vez no era la mejor idea asistir al cumpleaños de Drew (el cual tal vez ya había finalizado), pero eso me ayudaría a relajarme un poco y Aidan no sabría dónde estoy si llegase a despertarse en medio de la noche.

De pronto se escuchó un gran pitido. Salté de la sorpresa y tomé mi bolso rápidamente.

—¡Becky!— se escuchó un grito desde la habitación.

Aidan estaba despierto.

— Santo cielo. —me quedé pasmada por un momento.

La puerta de la habitación se abrió rápidamente, haciéndome sentir sofocada, aturdida, así como si llevará una presión dentro de mí. Observé a Aidan parado desnudo observandome a mí también.

—¿Para dónde vas?— preguntó.

Sacudí la cabeza, intentando no mirar su cuerpo y que el deseo se apoderada de mí. Comencé a caminar despacio hacia la puerta, pensando en que tal vez Aidan no iba a hacer nada.

Me equivocaba.

Aidan caminó rápido hacia las escaleras y comenzó a bajarlas.

Ahora sí me apure y corrí hacia la puerta, cuando llegué, gire el mando e intenté abrir pero la puerta tenía seguro. Maldita sea. Maldita sea mi suerte.

Miré a Aidan quien seguía bajando las escaleras, cada vez estaba más cerca de mí. Miré hacia todas partes mientras lo escuchaba gritar mi nombre, pidiendo una explicación.

Me metí al baño y cerré con seguro. Comencé a llorar aún peor.

Otro pitido se escuchó.

Observé una ventana la cual podía ser mi salvación. Tal vez estaba exagerando pero no quería enfrentar a Aidan en ese momento. Él comenzó a tocar la puerta del baño insistentemente.

Caminé con más urgencia, abrí la ventana e intenté salir por está. Era pequeña pero no tanto. Agradecí por completo ser de contextura delgada, eso me ayudó a salir con facilidad.

Estaba afuera de la casa.

—¡Becky!— gritó Aidan con más urgencia.

Caminé hacia el coche, me subí y miré al taxista. El anciano me miró por unos segundos.

—¿Que está esperando?— grité.

Aidan abrió la puerta de la casa y el anciano aceleró. Nos fuimos más rápido de lo que Aidan pudo correr hacia nosotros. Recosté mi cabeza en el asiento y suspiré.

—¿Para dónde vamos?— preguntó el hombre.

Lo miré por un momento.

Iría a la fiesta de Drew.

𝐌𝐢 𝐍𝐨𝐯𝐢𝐨 𝐏𝐨𝐬𝐞𝐬𝐢𝐯𝐨 | Aidan Gallagher ©[✔️]Where stories live. Discover now