CAPÍTULO 32: Miel

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Sin hacer ruido, Harry pataleaba los pies en tanto observaba a su madre pintar. Ella no se veía concentrada, esbozaba una pequeña sonrisa mientras sumergía el pincel en la pintura negra. Siempre lucía así: feliz y dichosa mientras pintaba. La omega bajó el pincel y se acomodó el vestido antes de pararse.

—Ven, alfa.

Harry se levantó del suelo rápidamente, le cogió la mano y salieron de su cuarto de arte.

—Madre.

—Harry.

Este sonrió suavemente, mirando los largos rizos colgantes de su madre.

—¿Por qué mi padre no te permite pintar en la recámara?

Martha le apretó la manita.

—Porque la pintura manchará las cosas. Ya sabes lo meticuloso que es.

Harry bajó la cabeza para observar sus pequeños pies junto a los descalzos de su madre.

—¿Cómo aprendiste a pintar tan bien? —Elevó la cabeza a medida que se acercaban a las escaleras—. Yo no puedo.

—Cualquiera puede pintar, Harry. Es solo que nunca mostraste interés.

—Sí, pero lo he intentado. No tengo talento.

—Tendrás talento en lo que desees aprender.

El joven alfa liberó la mano de su madre una vez bajaron las escaleras; iba detrás de ella hacia el comedor.

—Espalda recta, Harry.

—Sí, madre.

Los pies de ambos se alinearon; Martha se dirigió a la derecha de su esposo y Harry, a la izquierda de su padre. Se sentó e hizo una inclinación con la cabeza.

—Ya era hora. —Rovan empezó a comer primero, Harry luego y su madre después—. ¿Has hecho tus lecciones hoy?

Harry se atiborró la boca a propósito, masticó por un rato antes de responder:

—No he tenido lecciones hoy.

—Tienes lecciones todos los días —bufó Rovan—. No tienes días libres.

—Eso no fue lo que mi docente dijo.

—Entonces la despediré.

—Es un hombre.

Rovan fulminó con la mirada a su hijo.

—Ten cuidado. —Cogió su vino—. Un día estarás en esta silla; no quiero que todo mi esfuerzo se vaya al tacho por culpa de un niño. —Harry bufó en silencio y recibió un palmazo en la cabeza—. ¡Alfa!

Harry reculó.

—Me retiraré.

—Harry —Martha suspiró suavemente—, Rovan, ¿podemos comer en paz, por favor?

—¡Díselo a tu hijo!

—Nuestro hijo. Harry, siéntate, por favor.

El alfa tragó antes de repantigarse en su silla, con las piernas abiertas.

—¿Puedo retirarme?

—No, come. —Rovan levantó su tenedor y apuntó la comida de Harry—. No he criado a un hijo malagradecido.

—Pero si apenas has criado a un hijo.

—Levántate, te vas a dormir con hambre.

—Suena delicioso. —Harry se inclinó hacia su madre—. Que tengas buena noche, madre.

Queen of Arizella - Traducción (L.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora