43: TERCER AÑO

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¿Qué es lo que todos los humanos tenemos?

Vergüenza.

Eso fue lo que sentí en el momento que abrí mis ojos después de despertarme en los brazos de mi novio todo sudado y demás. Mis mejillas ardían y me negaba a mirarlo, estaba demasiado avergonzado. Él también lo estaba, debo aclarar.

Nos sentimos incómodos todo un día, tanto que ni siquiera nos mirábamos en la escuela. Creo que después se nos pasó la estupidez y volvimos a ser los mismos de siempre.

¡El tiempo pasó! Pero yo quería contar eso.

Volviendo al presente... ¡Ya pasó mi aniversario! Fue una cita divertida y tranquila.

Solo hay algo que todavía no sé...

¿Estamos hace dos o tres años juntos? No soy bueno en matemáticas y eso me está matando la cabeza...

¡En fin!

Ahora estamos entrenando, Kageyama arma, yo remato de vez en cuando. Otras veces recibo pelotazos de su parte o de mis compañeros para que me concentre.

—¡Aquí!

Ahora solo observo a los de primer año rematar mientras bebo agua a su lado. Kageyama mira sus uñas y las limpia realmente concentrado.

—Solo faltan tres meses para que todo esto acabe... —dije sin apartar la vista de los menores.

—Gracias al cielo. Al fin se acaba el sufrimiento de tener todos los miércoles inglés.

Solté una risa y asentí.

—Me pregunto qué pasará en el futuro... —dijo después.

—No lo sé —me encogí de hombros. —¿Quieres irte a vivir conmigo a Tokio?

—Me gustaría. Quedaría cerca de mi universidad —sonrió.

Obviamente seguiremos dedicándonos a nuestro deporte favorito, pero también estudiaremos. Kageyama se decidió por algo relacionado con la medicina mientras que yo no tengo ni la más mínima idea de lo que haré mañana.

—Ah sí... universidad.

—¡Chicos! —Yachi se acercó corriendo a nosotros con una sonrisa. Yo le devolví el gesto mientras que Kageyama simplemente la miró—. Quedan veinte minutos y Yamaguchi quiere jugar. ¿Vienen?

He de admitir que no existe nada mejor que jugar un partido de voley.

Claro, cuando ya sabes jugar. Porque al principio es puro sufrimiento.

Remato muchas veces y abrazo a Kageyama cada una de estas, ganándonos ciertas burlas de nuestros amigos. Es divertido jugar de esta manera. Como hacía calor, decidimos que estaríamos afuera. Así que jugamos y jugamos hasta el cansancio. Jadeábamos pero aun así seguimos esforzándonos.

Muy mal de nuestra parte.

Kageyama quería rematar, así que decidimos cambiar posiciones. Yo no era el mejor armando pero simplemente quería intentarlo, a parte él se adapta a todo.

Aunque estaba muy cansado, así que los primeros remates le costaban un poco. El cuarto remate fue el peor de todos. Golpeó la pelota, pero un pie cayó antes que el otro.

Y eso es doloroso.

Pero él no pareció mostrar ningún malestar, hasta que seguimos jugando.

—¿Podemos ya cambiar? —preguntó mirándome y haciendo referencia a nuestras posiciones. Yo asentí mirándolo con el ceño fruncido, sé que algo mal.

En fin, el partido siguió normal hasta que después de un salto, Kageyama apoyó sus manos en sus rodillas sin dejar de jadear. Me acerqué a él seguido de Yamaguchi.

—¿Estás bien? —preguntó el capitán mirándolo preocupado.

Yo apoyé mi mano en su espalda y él recuperó su postura, con una sonrisa pequeña.

—Creo que debería tomarme un descanso.

¿Él? ¿Tomarse un descanso?

Me pareció extraño, pero tampoco dije nada. Y me mantuve en silencio, durante el partido lo observaba: Kageyama seguía en la misma posición desde que salió de la cancha. Tenía una mueca y no dejaba de mirar su rodilla izquierda.

—Está bien, me cansé —dije saliendo de la cancha sin importarme que había comenzado un nuevo partido. Me acerqué a Kageyama tomando una botella de agua en el camino y lo miré. —¿Qué te pasa?

—¿Qué? —alzo la vista para mirarme. —¿Nada?

—No me mientas —lo miré con el ceño fruncido—. Sé que hay algo malo, ya dime.

—No hay nada para decir, no me pasa nada —respondió acariciando su rodilla.

—¿Entonces por qué tu rodilla está así? —señalé.

—¿Así cómo? Está normal.

—Está inflamada.

—No lo está.

—Kageyama, ¿te duele? —él me miró en silencio.

—¿Qué está pasando? —Yamaguchi se acercó y lo miré.

—Este idiota no quiere admitir que le pasa algo —solté sincero y molesto.

Tsukishima llegó atrás de Yamaguchi y se cruzó de brazos.

—Solo mira su cara, es obvio que está ocultando algo.

—¡No estoy ocultando nada!

—¿Y por eso te fuiste del partido? Tú eres de los activos, que no paran hasta que no se lesionan.

Kageyama puso los ojos en blanco.

—No me pasa nada —repitió, levantándose con dificultad—. Si me pasara algo, ¿podría saltar? —preguntó y después dio un salto.

Al momento de caer, soltó un gran quejido y se sostuvo de mí.

—Entonces... ¿admitirás que te pasa algo o seguirás lastimándote?

Crónicas de una Pareja Primeriza | KagehinaWhere stories live. Discover now