5. Rutina de madre, trabajo de abogada y labores de investigación

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La bebé no para de llorar y yo lloro con ella.

He verificado y ha tomado su biberón, también, le he cambiado el pañal desde que Rosa se ha ido; pero por alguna razón, no para de llorar. Le canto y la acurruco en mi regazo, pero no obtengo los mejores resultados. Finalmente, al acariciar sus mejillas, están muy calientes. Decido tomarle la temperatura y efectivamente tiene fiebre.

Esto genera en mí una alerta y decido llevar a la bebé al hospital e ingresarla por urgencias. Tal vez sea la idea más descabellada que se me ha ocurrido, pero puede tratarse de algún asunto delicado y, me preocupa, porque falta poco para que cumpla un mes de nacida; así que, puede ser cualquier cosa.

Ya en el hospital, informo en recepción que llevo a una bebé ardiendo en fiebre y, aunque el servicio en general es deficiente, eso enciende las alarmas, haciendo que la persona que me atiende se comunique por un intercomunicador informando la situación. En cuestión de minutos llega un hombre con una bata blanca, se identifica como el doctor Marulanda y me indica con sus manos el camino hacia su oficina de consulta.

Traspasamos una serie de habitaciones, y finalmente llegamos a esa pequeña oficina, la cual cuenta con un escritorio con su respectivo computador, una balanza al lado izquierdo y una camilla al fondo de todo. El hombre toma un estetoscopio y toma sus signos vitales, le toma la temperatura y el peso que tiene, todo sucede rápidamente que me siento desconcertada.

Me pide los datos de la bebé y ahí es cuando mi tranquilidad se cae al suelo. No puedo mentir y menos en una situación como esta en que, probablemente, la vida de la pequeña está en peligro. Decido contarle que la he encontrado en la puerta hace dos noches, el médico llama a la policía porque es el camino correcto que debe hacerse en esas situaciones.

—¿Y dice que no sabe de donde proviene? —me pregunta el policía que ha llegado y se ha enterado de lo ocurrido, es un hombre de tez morena bastante intimidante.

—No, pero pienso investigar en el edificio donde vivo —contesto—. Pude haber avisado antes, pero estaba asustada y no quería dejarla a su propia suerte, soy abogada y conozco la ruta que debe seguirse, pero ya le indique...

—Sí, ya le entendí —me interrumpe el poli—. Puede ser la madre sustituta provisionalmente, mientras investigamos y damos con el paradero de los padres biológicos; en caso de que no aparezcan, será declarado en adoptabilidad y podrá tenerlo legalmente o se tomarán las medidas correctivas, eso depende del avance de la investigación.

—Gracias —respondo.

El policía me indica una dirección donde debo firmar unos cuantos documentos y corroborar la información que le he suministrado. Tras un chequeo general, el doctor me informa que se trata de un resfriado común, pero por lo pequeña que es, puede convertirse en una neumonía o algo mucho peor. Adicional a ello, me manda un medicamento que debo suministrarle para disminuirle la fiebre y fortalecer sus defensas, además de una serie de cuidados que debo tener para con la pequeña.

No quiero abusar de la confianza que me ha dado Rosita, y es por ese motivo que decido no llamarla por mucho que quiera; ya es suficiente con que la cuide mientras no estoy, como para molestarla solo para decirle que la bebé se enfermó. Y se enfermó porque había sido dejada en la puerta de mi departamento con una sencilla cobija dentro de una canasta en una fría noche capitalina y porque le he dado una leche no acorde a su edad; cosas de madre inexperta.

Y es ahí cuando surge una interrogante que me ha perseguido desde que la dejé entrar a mi vivienda: ¿Quién sería tan desalmado de dejar a una bebé con semanas de nacida en la puerta de una desconocida? Comenzaré a trabajar para hallarle respuesta.

Finalmente, Mateo me ha contado porqué tuvo una mala racha el día anterior, había discutido con su novio respecto a la idea de vivir juntos, su novio dice que pueden vivir cada uno aparte porque así han estado bien las cosas, pero mi querido amigo se rehúsa a darle la razón, considera que viviendo juntos fortalecerán sus vínculos y, dicha discusión, terminó convirtiéndose en una batalla campal que, espero no se extienda por mucho tiempo, son una gran pareja y no me agrada la idea de que se peleen por cuál debe ser el camino que deben seguir su relación; pero estoy segura de que encontrarán ese punto de equilibrio.

Este es mi karma ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora