22 - UNA VOZ LETAL

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Un grupo de cazadores se abrió paso por la vegetación

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Un grupo de cazadores se abrió paso por la vegetación. Entre ellos había rostros curtidos por las arduas jornadas, cicatrices con historias que cada uno portaba con orgullo.

—Jefe, venga a ver esto —habló un hombre frente a la fogata apagada. Era calvo, vestido con una armadura ligera de piel y llevaba una maza con pinchos en la mano.

—¿Qué ocurre, Tovis? —preguntó Igor al acercarse.

—Aún desprende humo, y las brasas de abajo siguen un poco calientes.

—Ya veo, quizás el que hizo esto se encuentra cerca —intuyó el jefe mirando a su alrededor, una masacre de duendes se esparcía por todo el lugar— ¿Quién haría algo así?

—Ni idea, pero ha hecho nuestro trabajo, deberíamos rastrearlo solo para darle las gracias —dijo otro.

—Lo que yo no entiendo es por qué el señor feudal siempre nos manda a cazar duendes, tiene una obsesión —reflexionó uno que andaba juntando cadáveres de estos en una cesta.

—Nos dedicamos a matar alimañas, no a hacer preguntas.

—Al parecer estaba solo —observó Igor al analizar la huellas de botas en la tierra.

—También estaba armado —agregó Tovis cuando notó algunos cuerpos cortados.

—Hay algo más... —reflexionó Randi apareciendo detrás de unos árboles analizando algunos cuerpos esparcidos.

—¿De qué hablas, hijo?

—Este de aquí tiene la cabeza aplastada, ¿ven? —se veía un duende con el cráneo deformado y una abertura por donde se escapaban los sesos— Alrededor se ven las marcas de la bota en la tierra, es por la presión que se ejerció para matarlo. Pero miren este de aquí —el muchacho señaló otro que pereció de la misma manera—. Tiene la cara aplastada, con la diferencia de que no hay marcas de suelas.

—Quizás algunos huesos fueron más blandos que otros y la presión ejercida fue menor. Por eso no dejó huellas.

—Tal vez, aún así es extraño —remató Randi, y en silencio observó el rastro de pisadas que se perdían en la densa flora.

Ya habían dejado el arroyo atrás por varias horas. Diadema se encontraba tirada sobre el césped con los brazos y las piernas extendidos mirando el andar sosegado de las nubes.

—En serio, ya estoy bien. No necesito descansar más, tu sangre me dio mucha energía —anunció ella girando su rostro para observar a Jol mientras escribía algo en su cuaderno sentado a su lado.

—Bueno, pero recibiste muchas heridas, debemos asegurarnos —contestó sin dejar de mover el lápiz sobre la hoja.

—¡Eres tú el que quiere tomar otro descanso!

—Cierto. Pero también quería terminar este poema —arrancó la hoja para entregarla a la chica—. Es para ti.

La bruja tomó los versos con mucho énfasis y se lanzó contra el chico incluso antes de leerlos. Pasó los brazos detrás del cuello y apretó su cabeza contra ella.

UN SECRETO EN EL BOSQUEМесто, где живут истории. Откройте их для себя