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Unos ojos pardos mirando unos más oscuros. Los ojos del Sr. Regiller eran cómo dos abismos infinitos dónde en vez de un vacío, hay un alma. Se nota la calidez en ellos. Siempre es supuesto que las personas con ojos de tiburón son despiadadas, pero Mew Regiller es todo lo contrario: sus intimidantes ojos son reconfortantes si miras con cuidado. Si no has de hacerlo enojar puede que hasta notes que él mira con abierta calidez a la persona que le agrade. Por más parpadeos que haga no puede quitar la esencia cálida en ellos.

Lo mismo ocurre con los ojos pardos del moreno. Se nota su nerviosismo, sí, pero por alguna razón los ojos de aquel mayor le decían «No hay porque temer».

—¿𝓝𝓸 𝓮𝓻𝓮𝓼 𝓽𝓾 𝓮𝓵 𝓬𝓱𝓲𝓬𝓸 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓬𝓪𝓯𝓮𝓽𝓮𝓻𝓲𝓪?

La pregunta del Sr. Regiller suavemente hace su camino hasta azotar ambos tímpanos del joven. Este respinga.

—Tú... Eres ese cliente.— Gulf murmura mirándolo a los ojos. —Oh. Lo siento. Cuánto lo siento. — Se aleja a una distancia moderada del mayor. Este se le queda viendo.

Baifern sale por las puertas con sus secretarias a ver el escándalo, pero permanece ahí con ellas sin dar un paso más ni uno menos. Solo mirando. Nota ciertamente lo guapo que ese tierno joven adulto es. Destaca sin duda alguna por su extraño conjunto que infantil parece, pero adulto también. Una mezcla confusa de ropa. Ella pone sus manos suavemente contra sus propias caderas atenta a la escena.

—Tranquilo, mm, ¿Tienes dos trabajos? — Mew pregunta girando su cabeza a los laterales para ver los perritos.

—Se supone que hoy era mi día libre, pero lo tome para esto. Sí. — Sonríe tímido el chico. Ojos entrecerrados por los fuertes rayos de sol.

—Ouh. No debe ser fácil.

—Bueno, al menos es solo hasta las una de la tarde.

Nathaniel arruga su boquita con disgusto cuando uno de los perritos se acerca a uno de sus mocasines lamiendo la punta. Él aleja su zapato con disgusto del perrito. —Son las doce y cuarto, chico, ¿no se te hace tarde? — El Secretario no oculta su asqueado tono de princeso mientras mira su teléfono.

Mew lo mira indignado sobre su hombro.

—¡Ay, es cierto! Debo correr. Disculpa.

El joven procede a pasar tanto del mayor como del Secretario a toda prisa. —Un momento — Mew llama, girando en sus zapatos.

Gulf gira en las suelas de sus zapatos para mirarlo expectante. Cerca del Secretario. —¿Cuándo trabajarás allí de nuevo?

—Lunes, uh, después de mañana.

—Quiero ir a tomar otro chocolate. Supongo que te veré allí.

—Suena genial señor — Gulf ríe contento de tener un cliente asegurado. Luego mira arriba al cartel del lugar dónde Mew ha salido. Al leer que es un hospital agranda sus ojos un poco antes de mirar al mayor.

—¿Estás bien? Veo que estás saliendo de un hospital--

—Oh. No te preocupes, tranquilo, estábamos filmando algo.

—¡Oh! Bien, bien. Entonces lo veo el lunes señor.

—Nos vemos.

El chico jala de las correas de los perritos quiénes vuelven a alzar sus lomitos con mucha energía y corren junto con Gulf. Mew se le queda viendo por unos segundos antes de voltear a su auto.

—¿Lo conoce, señor? — Pregunta Nathaniel a medida que su señor se mueve al auto.

—Es empleado en una cafetería. — Responde con simpleza el otro.

𝐁𝐞𝐬𝐨𝐬 𝘥𝘦 𝐀𝐝𝐮𝐥𝐭𝐨𝐬• MewGulf (+Más ships)Where stories live. Discover now