MDM 31 • Lo que me hubiera gustado.

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Dado el dominio general del fandom, no hace falta contextualizar el capítulo, ¿no? Mejor.

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A:- ¿María? - preguntó tras arrancarle el teléfono a Paulina.

O: - Alejandro... - exclamó ella agotada, sintiendo que al oírlo su carga se aliviaba por un instante.

A: - ¿Cómo estás? - preguntó con voz tierna.

O: - Ay, pues... - hizo una pausa y soltó todo el aire contenido en sus pulmones. - Destrozada. Mi hija va a tener que pasar toda la noche en una delegación de policía. -

A: - Sí, sí. Me imagino como debes sentirte. Si yo me angustio cuando Alex reprueba ciencias naturales... ya me imagino tú. - le dijo, escuchándola reír al otro lado del teléfono. - Por lo menos ya te hice reír... - presumió satisfecho.

O: - ¿Cómo le haces? - preguntó con incredulidad. Entonces se puso seria, y suspiró. - ¿Sabes qué es lo que me haría sentir un poco mejor en este momento? -

A: - ¿Qué? - preguntó dispuesto a hacer lo que hiciera falta.

O: Volvió a suspirar, como si con el suspiro se armara de valor. - Que yo pudiera abrazarme a ti y que tú me dijeras "Ya pasó, Ojos. Ya pasó" - le confesó, entrecerrando sus ojos al imaginarlo. - ¿Alejandro? - lo llamó al ver que no obtenía respuesta.

P: - ¿Qué pasa? - le preguntó Paulina a Alejandro, interrumpiendo el momento.

A: - Tiene ganas de abrazarme... - contestó él, muerto de amor.

P: Chistó, incrédula. - ¡Ay! No digas bobadas. Dame ese teléfono. - le dijo, arrancándoselo de las manos. - ¿María Inés? Mira, me cambio y en diez minutos salgo para allá... - le dijo a su amiga.

A: - No. Tiene ganas de abrazarme a mí, no a ti. - replicó Alejandro, sin dejarla escuchar la negativa de María.

P: Le puso mala cara al pesado enamorado, y regresó su atención a la conversación con su amiga - Voy para allá y me quedo a dormir contigo, no se diga más. No, no, no. Uso mis llaves, así no tienes que bajar a abrirme. Chau. - soltó rápidamente Paulina, mientras Alejandro no paraba de insistirle para que le devolviera el teléfono.

O: - Paulina, de verdad que no es neces... - escuchó que cortaban la llamada, sin darle tiempo a réplica. - Paulina. ¿Hola? - insistía sin éxito.

Qué latosa era su amiga, pero cómo agradecía tenerla. Realmente sí, necesitaba estar acompañada esa noche.

Para hacer tiempo decidió darse un baño relajante. Llenó la bañera con agua bien caliente y sumergió su cuerpo, pretendiendo paliar el malestar. Había sido una noche larga, y lo peor es que todavía no había terminado.


Ojos y Alejandrucho • Mirada de Mujer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora