• El reencuentro • Parte 5

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Ehhh... 🆘

¿Me da mucha pereza terminar esto? Sí
¿Lo terminé? No
¿Queda oootra parte? Sí
¿Puede que dos? Es posible.
¿Me obligo a terminarlo porque tengo más cosas para publicar? También.

Me disculpo por la extensión y por la demora, principalmente. Se me han presentado algunos percances personales, pero he vuelto... creo.

🥲
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Aquella entrega fue la primera de la noche. Pero no la última. La madrugada se doblegó ante ellos, haciéndose casi eterna mientras María y Alejandro se perdieron por completo en aquella cama, una y otra vez, hasta que el sueño los venció.

Los rayos del sol iluminaban aquella enigmática ciudad desde hace horas, pero ninguno de esos dos cuerpos se había enterado. Ambos dormían muy abrazados, completamente agotados pero llenos de una paz que no se puede describir con palabras. Eran pasadas las 11:30 am cuando el calor del sol alcanzó el rostro de María, que dormía con su espalda pegada al pecho de Alejandro y su brazo rodeándola. Ante la incomodidad de esa luz, ella frunció el ceño y volteó en la cama, pasando su brazo por debajo del de él y escondiendo su rostro junto a aquel corazón que había vuelto a latir por ella. Él la sintió y se removió en su lugar, aferrándose a ella con más fuerza. Aún dormido, bajó el rostro e inhaló profundo, besó su cabeza y apenas unos segundos después una pequeña sonrisa se adueñó de su rostro. Abrió los ojos, con mucho trabajo, y alejó su rostro apenas unos centímetros para poder ver el de María. Entonces su sonrisa se hizo más y más grande. Subió su mano y acarició su frente, luego depositó un beso allí donde acababa de acariciar y bajó hasta su hombro con la yema de sus dedos. Entonces María comenzó a revolverse otra vez. En un solo movimiento, estiró su cuerpo y lentamente abrió los ojos, para encontrarse con aquella mirada marrón que la contemplaba sonriente.

O: - Buenos días. - dijo ella apenada, queriendo esconder nuevamente el rostro.

A: - Buenos días, mi amor... - contestó él, adelantando el suyo para besar su frente.

O: Entrecerró sus ojos y sonrió al escuchar aquellas palabras. - Buenos días, amor... - susurró ella en mejores condiciones.

A: - ¿Cómo dormiste? - le preguntó sin poder dejar de admirarla.

O: Alzó la mirada y encontró al fin sus ojos. - Muy bien... - contestó. Y tras una breve pausa continuó. - ¿Y tú? -

A: Sonrió aún más, adelantó su rostro y le dio el pertinente beso de buenos días. - Muy, muy, muy bien. - susurró sobre sus labios.

O: Sonrió y él lo notó. - Cuánto me alegro... - contestó ella en el mismo tono.

Un par de besos más fueron y vinieron, mientras ambos se dejaban llevar por esa maravillosa sensación que les inundaba el cuerpo y que tanto habían extrañado. Y nosotros también.

O: - Tengo mucha hambre. - volvió a hablar ella sobre aquel bigote al notar su estómago retorcerse.

A: Sonrió, pero no se alejó. Definitivamente ya nada volvería a alejarlos. - ¿Café? - preguntó. Ella asintió. - ¿Pan tostado y huevitos? - agregó y María volvió a asentir. - ¿Jugo? - y nuevamente ella asintió.

O: Rápidamente besó sus labios y alejó su rostro para poder verlo. - Todo lo que tú quieras... - lo interrumpió al ver que iba a volver a hablar. - Lo que se te antoje, pero algo... - suplicó muriendo de hambre.

Ojos y Alejandrucho • Mirada de Mujer Where stories live. Discover now