Mi cuerpo se sentía muy cálido, pero pesado, mi cabeza igual. Mis ojos se movían muy lentos hasta adaptarse a la luz del día, al levantar un poco la vista vi a Rafael observándome de reojo con una sonrisa.
Me moví rápido en la cama para separarlo.
— ¿Cómo es que...? ¿Qué haces aquí?
— Dormí aquí ¿No lo recuerdas? — pensé un momento—
— Oh, sí. Lo siento lo olvidé.
— ¿Dormiste bien?
— Eso creo. ¿Tú?
— Creó qué también.
— ¡Oriana...! ¡Buenos días! — se escuchó tras la puerta— ¿Bajas a desayunar?
— Es Luna — susurro Rafa— dile que sí.
— Sí, en un momento. Me cambiaré.
— Bueno, le avisaré a Rafael.
— ¡Espera!
— ¿Qué?
— Cruza a tu cuarto. — dije en pánico—
— Cerré el ventanal, entre por la puerta.
— Sabrá que dormiste aquí.
— ¿Cuál es el problema? No hicimos nada fuera de lugar.
— ¿Ori? — dijo Luna—
— ¡Ahh! — grité en medio del susurro— No te preocupes, está aquí, vino a despertarme.
— Oh, bueno. Los veo abajo, la señora Marta quiere que vallamos a desayunar con toda su familia.
— Bueno, ya bajamos. — dijo Rafa— Adelántate.
— De acuerdo.
— ¿Qué? ¿Por qué esa cara?
— Es mi cara, Rafael. ¿Has visto la tuya?.
— Sé que mi cara no es la que quieres ver todas las mañanas, pero ni modo. Es lo que hay.
— Yo me refería a tu cara de la mañana después de una fiesta.
— Oh, bueno. Te ves tan mal como yo.
— Que halagador. — dije al destaparme para salir de la cama—
— Tú empezaste.
— No. Fuiste tú. Ve a cambiarte, tus abuelos nos esperan.
— Bien. Te espero abajo.
Rafael
Después de cambiarme bajé a la cocina por un vaso de agua. Mi estómago no quiere estar bien conmigo hoy, y mi cabeza no ayuda.
Observé que sobre la mesada había unas pastillas y una nota de Luna.
Siempre salvándome.
— Ya estoy — dijo Oriana al entrar en la cocina.— ¿Me das una? — fue lo primero que dijo al ver que metí una pastilla en mi boca— Mi cabeza no deja de molestar.
— Toma — le extendí la tableta y un vaso de agua— Luna las dejo para nosotros. Siempre sabe lo que tengo.
— Te conoce mucho.
— Sí — comenzamos a caminar hacia afuera— Estamos juntos desde que tenía seis y ella cinco creo. Es como una niña dulce, una madre y una adolescente muy hormonal a la vez.
— Entiendo las dos primeras, pero ¿Por qué dices eso último? — rio—
— Porque le gustan chicos que la lastiman y luego tengo que estar cuidándola.

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Quisiera no amarte ||EN PROCESO||
Teen Fiction-Ella, es una chica con sueños. No piensa en el amor. -Él, es un chico inteligente, no quiere que llegue el futuro, le gusta vivir el momento. No cree en el amor. Éramos dos seres distintos. O eso creíamos hasta que nos conocimos realmente. Nos dim...