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Takemichi continuaba prestando atención, si iban a hacerle algo a los gemelos él debía intervenir para que nada les pasara, pero lo siguiente que escuchó le dió una gran sorpresa.

─ Ya se lo dije, pero quiere ir a ver al ogro llorón, parece que lo golpearon muy duro para que RinRin tenga semejante deseo. ─ Añadió Ran quien se masajeaba el puente de la nariz.

Sanzu se cruzó de brazos con pesadez: seguía pensando que era algo muy estúpido el querer complacerle algo como eso, y se notaba en el ligero sonido que hacía su pie al moverlo contra el piso. Un gruñido fue lo que se escuchó enseguida de eso.

─ Está bien, maldita sea. Veré si puedo encontrar a los Kawata.

Takemichi volvió a entrar en el cuarto, cerrando la puerta lo más silencioso que pudo para alejarse también de la misma. Un largo suspiro soltó, el plan de los Haitani era peligroso y con eso no quería decir que se preocupara por ellos, sino su preocupación iba para los gemelos.

Esperaba que los de Roppongi al menos hicieran las cosas bien o tendría que intervenir, si Mikey se enteraba... ¡Ni siquiera quería imaginarse lo que pasaría si Mikey se enteraba! Se dejó caer sobre el colchón, mirando hacia el techo y arrullandose con su propia respiración.

Ya había cerrado los ojos a punto de caer dormido, pero el sonido de la puerta le hizo abrir estos y voltear a ver a donde la entrada, encontrándose con un Mikey medio enfadado.

─ ¿Estás bien, Mikey-kun?

─ Oh, te desperté, lo siento. Sólo lidiaba con algunos idiotas hm. ─ Fue la respuesta que dió acercándose al pelirubio.

El de hebras blancas sostenía una bolsa de plástico, misma que vacío a un lado de Hanagaki. En su interior había tinte negro y los instrumentos necesarios para poder pintar el cabello a cualquiera.

─ Pintemos tu cabello, Takemicchi. ─ Propuso Manjiro mientras sacaba de la cajita del tinte el mismo, leyendo las instrucciones.

Takemichi dió una risilla nerviosa, haciéndose un poco a un lado y rascando su nuca con una de sus dos manos.

─ ¿Justo ahora? Mikey-kun, me gusta así mi cabello.

─ Si es negro será más fácil ocultar las evidencias de sangre, Takemicchi. Así que hagámoslo. ─ Reafirmó Mikey, quien fue respondido por un sumiso Takemichi que sólo se limitó a asentir.

Mikey tomó el contenedor que había comprado al ir por el tinte, mismo donde vació el tinte negro en su totalidad. Con ayuda de una brocha revolvió bien este, colocándose detrás de Takemichi.

Se puso par de guntes especialespara ello, dejando el contenedor a un lado y sujetando con cuidado la broca, mientras con la otra mano sujetaba uno de los mechones ruibios.

Sin más que esperar, comenzó a cubrir de ese mismo tinte los cabellos de Hanagaki, siendo cuidadoso con no manchar la piel del chico. Takemichi se mantenía quieto, realmente no se sentía muy cómodo con una decisión como esa pero, si lo pensaba detenidamente se vería como él de veintiseis años.

Pasó poco más de cuarenta minutos que fue cuando Mikey acabó de aplicar todo el tinte, dejando las cosas a un lado y retirandose a la par los guantes colocándose delante del ahora pelinegro. Manos fueron a las mejillas de Hanagaki, mismas que sujetó para levantar el rostro ajeno y dar un corto beso.

Takemichi se seguía sintiendo raro con eso, y no sabía como decírselo a Mikey, por lo que se autoconvencía en su cabeza de que estaba bien y que pronto se le haría lo más normal.

Una vez dejó de besarle Takemichi no pudo evitar sentir las mejillas rojas, apartando la mirada con una risa nerviosa en el proceso.

─ ¿Cuánto debo esperar?.

─ Decía la caja que unos cuarenta minutos. ─ Respondió el peliblano, a la par que se alzaba de hombros.

Minutos pasaron hasta que llegó la hora de enjuagar el cabello. Mikey jaló a Hanagaki consigo hacia el baño, mismo donde invitó a sentar al pelinegro recargando su espalda en la tina e inclinando su cabeza hacia atrás.

El peliblanco abrió la llave del agua, dejando que se regulara la temperatura y conseguido eso empezó a enjuagar el cabello ajeno. Takemichi mantenía los ojos cerrados en todo momento, sintiendo como los dedos del mayor se entremetian en su cabello.

Una vez terminó indicó a Hanagaki que ya podía levantar la cabeza, colocándole una toalla sobre la cabeza y ayudando a secar el mismo.

Mikey se levantó, jalando la secadora de cabello usandola en Takemichi, peinandolo con los dedos hasta que su cabello estuvo por completo seco.

Nuevamente se levantó por un espejo, mismo que puso frente a Takemichi. El pelinegro se quedo apreciando su nuevo estilo, junto con el tatuaje que mantenía sobre el pecho y que apenas y se asomaba.

─ ¿Qué te parece, Takemicchi?

Takemichi se quedó mirando un rato más; desde ese momento parecía que ya no podía ser más Takemichi, ahora debía ser algo más.

Burn. © (TakeMikey)Where stories live. Discover now