CAPITULO 39

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ESTUPEFACTA, observo cómo la figura desnuda de Paul entra en el baño. Las heridas hacen que vaya más lento y sus movimientos son más rígidos que de costumbre, aunque aún hay cierta elegancia en su modo de andar.

Incluso después de ese sufrimiento horrible, tiene el cuerpo musculoso, duro y atlético. La venda blanca alrededor de las costillas le realza la anchura de los hombros y la tonalidad bronceada de la piel.

«No se ha opuesto a que me tome la píldora», pienso.

Según voy asumiéndolo, noto que me ceden las piernas del alivio y la tensión producida por la adrenalina desaparece con un zumbido repentino.

Estaba casi segura de que iba a negarse; su expresión al hablar era indescifrable, ininteligible... tenía una opacidad peligrosa. Me ha calado a pesar de mis excusas sobre mis estudios y sus heridas; el ojo ileso le resplandecía con una fría luz azul que me contraía el estómago de miedo.

Pero no me ha negado la píldora. Al contrario, me ha propuesto que pidiera un nuevo método anticonceptivo al doctor Yueh.

Me siento casi aturdida por la felicidad. Paul debe de estar de acuerdo con la parte de «no tener hijos», a pesar de su extraña reacción.

Como no quiero poner a prueba mi buena suerte, me doy prisa y salgo de la habitación para alcanzar al doctor. Quiero asegurarme de conseguir lo que necesito antes de irnos de la clínica. 

Los implantes anticonceptivos no se encuentran con facilidad en el castillo.


—ME HE TOMADO LA PASTILLA —le digo a Paul  una vez nos hemos acomodado en la nave, el mismo que nos llevó a el Castillo Atreides cuando Paul volvió a por mí en diciembre—. Y me han puesto esto. —Levanto el brazo derecho para mostrarle una pequeña venda en el lugar en que me han introducido el nuevo implante. Me duele un poco, pero estoy tan feliz de llevarlo que no me importa la molestia.

Paul levanta la vista con la expresión aún hermética.

Paul levanta la vista con la expresión aún hermética

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—Bien —dice bruscamente y continúa leyendo un libro. Está describiéndole los requisitos exactos del nuevo traje que quiere que diseñen los fremen. Lo sé porque se lo he preguntado hace unos minutos y me lo ha explicado. Se ha abierto mucho más en el último par de meses, por lo que me resulta extraño que parezca querer evitar el tema de los anticonceptivos.

Me pregunto si no quiere hablarlo porque está el doctor Yueh presente.

El pequeño hombre está sentado en la parte delantera de la nave, a unos cuatro metros, pero la intimidad no es total. En cualquier caso, decido, por ahora, dejarlo pasar y sacar el tema en un momento más oportuno.

Según va subiendo la nave, me entretengo mirando las montañas hasta que sobrepasamos las nubes.

Después, me recuesto en el asiento y espero a que la preciosa azafata, Isabella, venga con nuestros desayunos. Esta mañana hemos salido del hospital tan rápido que solo he podido tomarme un café.

SECUESTRADA (Timotheé Chalamet y tu)Where stories live. Discover now