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Cuando tienes una paleta de colores tan bella como los de el atardecer, tu serotonina aumenta. Pues estás apreciando una belleza que hace que sientas que tus ojos son indignos de apreciar aquella majestuosidad.
Es tan impresionante el cómo un simple atardecer puede mejorarnos el día.
"Tu eres mi atardecer"
Fue lo que Kiyoomi pensó de manera inconsciente después de leer aquel texto.
Después se arrepintió. Se sentía extraño.
"Que cursi de mierda me estoy volviendo"
Sin dejar que sus pensamientos lo carcomieran mucho, continuo leyendo aquel libro.
Kobayashi era una gran fan de la literatura romántica. No le gustaba leer, pero si era sobre romances se podía hacer una excepción.
Y el libro que Sakusa leía con anterioridad era una clara recomendación de Honey.
Sakusa no comprendía mucho el amor, al menos no en su totalidad.
Pero quería entenderlo. Ya tenía un motivo para querer.
Estaba realmente nervioso, el día de hoy era el cumpleaños de un amigo en común de los dos y celebraría con una fiesta que comenzaría más tarde. El lugar de la fiesta quedaba cerca del hogar de Honey. Sakusa propuso pasar por ella y llegar juntos.
Honey también estaba nerviosa, y mucho quedaba corto.
No era que fuera nada del otro mundo, usualmente convivían juntos y al menos todas las mañanas se saludaban. Pero el hecho de que llegarían juntos a una fiesta donde estarían amigos en común lo hacía algo más especial.
Y también era el hecho de que Sakusa tuviera la iniciativa de llegar juntos a algún lugar. Le parecía un gesto lindo.
Pero lo que ella no sabía es que el chico había leído muchas historias románticas por su culpa.
¿Esto era lo que hacían los chicos en la cita, cierto? ir por la chica hasta su casa.
No lo juzguemos, apenas aprende.
Unas horas más tarde ella ya se encontraba lista y solo esperaba a que el azabache llegara por ella.
En cuanto la puerta sonó ella corrió y salió de casa.
— Kiyoomi... Hola. — pronunció una vez estuvo delante de él.
— Honey, hola — ella le regalo una sonrisa un poco avergonzada, Sakusa lucia realmente guapo con esa vestimenta.
— ¿Vamos? — el chico asintió y ella salió de casa, cerrando la puerta.
Mientras ella estaba de espaldas, el se armaba de valor para hacer lo que iba a hacer.
— Honey — llamó la atención de la chica, la cual se giró de inmediato — Tú... bueno yo creo que... — hizo una pausa — Yo creo que te vez muy linda hoy. Siempre te vez linda pero hoy es distinto, más que usualmente.
Oh dios. Lo había dicho.
El notorio sonrojo por parte de ambos se presentó, y los nervios aumentaron. Era la primera vez que Kiyoomi le decía que era linda.
Y era la primera vez que Kiyoomi le decía linda a alguna chica.
Ella estaba nerviosa, pero el estaba más feliz que nunca.
Estaba feliz de haber podido expresar lo que sentía. De poder decirle linda a una chica.
Pero estaba más feliz de que no fuera cualquier chica. Esta feliz de que fuera Honey a quien halagó.
Por qué ella era especial, era diferente.
Ella era su amanecer.
Honey, haciéndole honor a su nombre, era ese dulzor de vida que el necesitaba.
Se acercó de inmediato a la chica y sin dejarla terminar de agradecer por el cumplido tomo su mano. Con suma delicadeza, como si fuera un bello lirio.
Bueno... ante los ojos de Kiyoomi, Kobayashi era más bella que un lirio.
Estaban tan felices que ni siquiera tuvieron que decir nada, solo comenzar a caminar en silencio. Un silencio habitual entre ambos, siempre confortante y placentero.
Se sentía extraño.
Cálido.
Era una acción normal, solo eran dos manos sujetándose la una a la otra.
Pero se ponía raro cuando era Sakusa quien sostenía la mano con mayor fuerza.
Después de meses de duda, de preguntarse internamente si tenían algo romántico, ese fue el primer contacto que tuvieron.
Honey quería creer que si tenían algo así.
Sakusa quería afirmarlo.
Era tan extraño.
Pero tan placentero.
Verla sonreír de esa manera ante el suave tacto de sus palmas lo hizo darse cuenta de algo que llevaba tiempo preguntándose a si mismo.
