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Cristel había estado presente en la vida de Sovieshu desde niños, pese a la diferencia de edad

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Cristel había estado presente en la vida de Sovieshu desde niños, pese a la diferencia de edad. Se consideraban mejores amigos desde que tenían memoria e incluso Sovieshu cuido de ella durante su adolescencia. Siempre encontró una forma de pasar tiempo a su lado y mantenerse cerca pese a todas las responsabilidades de estudiar y prepararse para ser emperador, pero nunca pareció nada más allá de una linda amistad.

Siendo inconsciente de que los sentimientos se moldean con el tiempo y no puedes asegurarlos de algún modo, no noto la forma en la que su mejor amiga había crecido amando a alguien más por lo que no pudo cuidarla de sufrir un rechazo, mucho menos lo noto. Pero al momento de estar frente a ella aquella mañana, todo pareció borrarse con la suave brisa del aire al realizar la pregunta que detonó un cambio significante en sus vidas.

Cristel se encontraba sentada en un escritorio de madera de roble fino, acomodado cuidadosamente en una esquina de la oficina del peli negro, con un par de documentos recien redactados acomodados a los laterales del escritorio y esperando por ser sellados, cuando repentinamente su atencion se dirigio unicamente al mayor. Se levantó levemente exaltada y se acercó a Sovieshu para poder hablar mejor ya que ciertamente no esperaba escuchar aquellas palabras nunca, sin embargo, ahora el silencio reinaba de por medio en la habitación dejando dos distintos sentimientos, uno de expectante emoción ante una confirmación, y un latente sentimiento de confusión.

— Disculpa Sovieshu, pero creo que no escuché bien, ¿Me puedes repetir tu pregunta? —murmuró con cierta incredulidad la joven de ondulada cabellera rojiza.

— Cristel, la luz de mis días, ¿Me harías el honor de ser mi amante? —preguntó con suavidad el de hebras oscuras sujetando las manos de la contraria con gentileza.

Una sonrisa contenta adornaba su rostro con tanta sinceridad que por un momento la pelirroja se sintió conmovida por su actitud, pero eso no cambiaba nada, ella sonrió casi por inercia manteniéndose un tanto confundida, alejó sus manos de las del emperador con tacto y dio dos pasos atrás para posteriormente comenzar a hablar.

— Lo siento mucho su majestad, usted y yo hemos sido mejores amigos desde que tengo uso de razón, y sabe que mi confianza y cariño estarán con usted de forma incondicional, pero no puedo responder le de forma tan liberal en esta circunstancia. —respondió la joven de orbes grisáceos de una manera tan formal que hasta parecía ajena a su habitual comportamiento— Yo respeto profundamente a la emperatriz Navier, es mi ejemplo a seguir y aspiro a ser una mujer tan capaz y bondadosa como ella en un futuro, así que no me perdonaría si llegase a ofender o lastimarla con mis acciones, por lo que le ruego que este asunto sea tratado primero con la emperatriz, solo si ella lo desea y da su consentimiento, yo asumiré el cargo. De otro modo, no lo haré.

Silencio de nuevo, tenso y un tanto incómodo por ambas partes.

La pelirroja realmente tenía la esperanza de que fuera solo una confusión de su ajetreado y cansado cerebro por desvelarse tanto esos días estudiando temas nuevos de magia y practicando, pero ahora que realmente sabía las intenciones de Sovieshu, simplemente no podía comprender lo, no tenía sentido ante su razonamiento. Navier era simple y sencillamente la persona más hermosa, inteligente y amable que conocía, ¿Cómo podría pensar en tener una amante estando casado con una mujer como ella?, Era completamente ilógico.

𝐓𝐇𝐄 𝐓𝐇𝐑𝐎𝐍𝐄Where stories live. Discover now