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──── · · · ✧ Rojo fuego ✧ · · · ────

Navier se encontraba desconcertada por los recientes sucesos tras volver de su viaje, los rumores de que el emperador había traído una esclava al palacio ahora eran más que solo eso, había descubierto que fue así, pero su esposo negaba que fuera r...

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Navier se encontraba desconcertada por los recientes sucesos tras volver de su viaje, los rumores de que el emperador había traído una esclava al palacio ahora eran más que solo eso, había descubierto que fue así, pero su esposo negaba que fuera realmente una esclava, como si eso fuera lo más importante a discutir.

La paz del palacio se había visto arruinada desde la llegada de es amujer y el emperador, por alguna razón el hambiente era incomdo, como lanzar una piedra y luego juntarte con la persona ala que has golepado. Todos sentía que de alguna forma estaban siendo desleales a su emperatriz, pero nadie realmente tenía la convicción de decir algo o intervenir, nadie tenía el poder de ir contra el emperador o tomar una decisión y la única persona capaz de hacerlo se encontraba lejos.

Tras una sesión intensa de discusión por parte de Laura quien reclamaba que era obvio que el emperador tenía una amante, o que al menos en eso estaba. Navier por fin podía tomar un poco de té en silencio, ambas damas de compañía solo la miraban con cierta preocupación sobre sus sentimientos y el como debería de sentirse en esos momentos, claramente se preocupaban por que le causará una desventura o disgusto, temían que las decisiones del emperador pudieran lastimar a la emperatriz ya que la única experiencia de referencia que tenía había sido excelente, ella estaba feliz por la nueva amante y se sentía muy tranquila.

Sin embargo, no todas podían ser como la pelirroja de imponente presencia a la que la emperatriz estaba acostumbrada.

La paz no duró mucho tiempo hasta que unos suaves golpes a la puerta terminaron por llamar la atención de las tres mujeres presentes, siendo la condeza Eliza quien se acercó a la puerta para ver quien era la persona detrás de esta interrumpcion. Su sorpresa fue grande y notoria, cuando al apenas abrir un poco la puerta sus ojos se iluminaron reconociendo esos rulos de fuego vibrante que colgaban con delicadeza sobre los hombros y espalda de la menor frente a ella.

La piel levemente pálida, quizá por falta de sol debido al enorme trabajo que tenía o la falta de sueño, sus mejillas estaban levemente rojizas y sus ojos brillaban con fuerza mientras una sonrisa se extendía por sus mejillas. Su cabello era mágico, era como ver las llamas del fuego arder infinitamente en un punto tan fuerte y radiante que no se podía apartar la vista de semejante suceso.

— Princesa Cristel —habló sin poder contener sus sorpresa.

Navier y Laura se levantaron de sus respectivos asientos nada más de escuchar el nombre que la condeza pronunció.

— Condeza Eliza, cuanto tiempo sin vernos —saludo Cristel con alegría, reluciendo un brillo único de cuando estaba feliz, ver de nuevo a Navier la hacía feliz.

— Por favor Cristel, pasa —invito Navier con alegría reprimida, sus ojos brillaron de la misma forma que la menor, ese sentimiento de euforia al saber que sus problemas no serían difíciles con ella a su lado, era lo mejor que podía sentir en ese momento.

𝐓𝐇𝐄 𝐓𝐇𝐑𝐎𝐍𝐄Where stories live. Discover now