Capítulo 21

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Fernanda.

Al asegurarnos de que todos estaban desmayados procedimos a acercarnos al cuerpo de Herk. Agarramos la camilla, que con suerte traía ruedas, y lo encaminamos a la salida del consultorio. Íbamos corriendo aunque hubiéramos intoxicado a todo el edificio. No queríamos que alguien despertara de repente y se hiciera el valiente.

Agh… como pesa.

Espero nadie se despierte, aunque no pueden por el gas, solo espero que con la investigación que hagan no descubran que fuimos nosotros. ¡No sabría qué más hacer con mi vida! ¿Y si eso pasa? No, no puedo pensar tan negativo. Pero no es negativo… es realista. Agh. Puta madre. ¡¿En serio estoy haciendo esto?!

Sacudí la cabeza, tratando de librarme de esos pensamientos. No me puedo alterar en un momento así, no es el lugar ni el momento. Aunque todavía podía notar mi corazón retumbando con fuerza en mi pecho.

Seguimos corriendo hasta el ascensor. Teníamos que subir hacia el piso principal, ya que estábamos en el sótano. En el ascensor Greg presionó el botón para después colocarse de nuevo al lado de Herk, mirándolo aprovechando que ahí no había tanto humo y se podía ver bien. Los demás hicimos lo mismo.

—No puedo creer que… —comentó Keyla. Ella es morena de ojos castaños y cabello liso de color negro, el cual trae muy corto. También tiene unas casi imperceptibles pecas en los pómulos y en la nariz.

—Yo tampoco, es decir… es irreal —Greg. Musculoso, piel blanca, cabello ondulado que le llega la frente de color dorado con puntas azul cielo y ojos negros.

—Yo de pequeña pensé que era inmortal —me reí secamente. Yo, Fernanda, soy de piel blanca, cabello marrón oscuro bastante ondulado por el pecho, con los ojos verde oscuro.

—Nosotros también —dijeron al unísono los trillizos. Jeff, Jefferson y Jeffree.  Sus padres tenían un problema con combinar los nombres.
Los tres tienen la piel oscura, cabello negro y ojos verdes hermosos. La mejor manera de diferenciarlos es por el cabello. Jeff tiene la mitad izquierda pintada de violeta y le llega a la frente. Jefferson tiene la cabeza rapada y Jeffree lo tiene al natural en un corte bajo, también tiene un tatuaje en el cuello de un dragón. Los demás no tienen ningún tatuaje.

Nuestra ropa es igual, un pantalón y suéter deportivo negro, un gorro de lana del mismo color, las máscaras de gas y los zapatos también deportivos y negros.

Los miré y sonreí de lado.

—Lo importante es que vamos a poder llevarlo a donde pertenece —sentencia Greg, sin quitarle la vista de encima.

—Pero ¿y qué pasará con el bosque? —preguntó preocupada Keyla—. Sabes lo que quieren hacer con él ¿no?

—Claro que lo sé —Greg se giró molesto—. Estoy pensando sobre la marcha, no me presiones.

Me aclaré la garganta ruidosamente, mirándolo.

—Bueno —giró los ojos—, estamos pensando sobre la marcha. Ya deja de preguntar, Keyla, así no nos darás la respuesta a lo que haremos mágicamente —gruñó, frunciendo el ceño. Yo también lo hice.

Está en sus días de mírame pero no me toques, ya estamos acostumbrados.

Estuve a punto de rodar los ojos por mis propios pensamientos cuando las puertas del ascensor se abrieron. Corrimos de nuevo por el corredor hacia la salida, en la cual, nos esperaba una camioneta que reconocía muy bien. Ese rojo deslumbrante, con una que otra abolladura por los lados y tierra por debajo y en las llantas, y no puede faltar la calcomanía de un bosque en el vidrio trasero. Es inconfundiblemente la camioneta de Peper.

—¡Apúrense! —nos grita él desde adentro.

Montamos y acomodamos tan rápido como podemos a Herk en la parte trasera, tapándolo con un toldo. Después nos subimos y casi al instante Peper arranca.

—Ahora tenemos que pasar al plan Bosque.

—¿Plan bosque? —le pregunté, asomándome entre los asientos.

—Lo que haremos para que no nos quiten el bosque de Herk. Estuve investigando y ya se qué podemos hacer —sonrió de lado.

Hice una mueca, no porque no me alegraba que tuvieran un plan, sino porque el último no había sido el mejor y nos había traído a esta situación.

—Tranquila, Fer —dijo Brend en el asiento de copiloto, estaba tecleando muy rápido en una computadora. Noté que estaba borrando las grabaciones de las cámaras—, este plan sí es bueno.

—Eso esperamos —respondió Jefferson por mi, quien me puso una mano en el hombro para que me acomodara en mi puesto. Reaccioné al instante.

Un rato después llegamos al bosque, estaba desprotegido ya que los militares no tenían más nada que hacer ahí. Solo desalojar a los niños y los demás, y ya les habían hecho una advertencia.

Peper aparcó frente a la casa, recuerdos llegaron a mi mente. Recuerdos que adoraba.

—Eres una niña muy buena Fernanda —me dijo Herk, poniendo una mano sobre mi cabeza. Sus ojos demostraban felicidad—. No dejes que pensar demasiado te aleje de hacer lo que quieras. Sé que no lo puedes evitar, pero no dejes que tomen el control sobre ti. ¿De acuerdo?

Asentí con la cabeza varias veces con una sonrisa de boca cerrada. Él movió su mano despeinando mi cabello, haciendo que riera.

—Trataré, Herk. Te lo prometo —levanté la cabeza mirándolo mejor, mostró su boca en una sonrisa a lo cual lo hice yo también. Haciendo ver que me faltaban algunos dientes.

—¿Fer? —Keyla me saco de mis pensamientos.

Sacudí la cabeza, mirándola.

—¿Sí?

—Ya llegamos, tienes que bajar —asentí bajando de la camioneta, ella se hizo a un lado para que pudiera salir.

Ya afuera podía sentir un olor a humedad y pútrido. Hice una mueca de disgusto mirando a Peper. Se encogió de hombros mirándome de reojo.

—Desde que pasó lo de Herk el ambiente aquí está así. No sabemos la razón —procedió a avanzar hacia la casa, haciendo una seña para que lo sigamos.

Adentro estaba tal cual como la recordaba. Claro que con más dibujos en cuadros sobre la pared. Me los quedé viendo un momento. Dibujos de varios niños y Herk, Herk solo, la casa, el bosque, la cara de Herk…

Suspiré con nostalgia, extrañaba estar aquí.

Recorrí mi alrededor con los ojos. Tenía más de diez años sin pisar si quiera el bosque, pero eso no impedía que reconociera cada rincón.

—Si no vuelvo no creas que es porque no te quiero, porque sí lo hago —le aclaré a Herk el día de mi partida con lágrimas en los ojos.

—Nunca pensaría que no me quieres. Sé que la vida humana es complicada y puede absorber todo tu tiempo, así que lo único que te pido es que nunca me olvides. Ni a mí ni al bosque —asentí abrazándolo con fuerza a lo cual me correspondió.

Ojalá hubiera sabido que ese sería nuestro último abrazo… Pero lo que más odio es no haberme tomado el tiempo para venir. Para regresar al lugar que hizo mi infancia más llevadera. Tuve que regresar en estas circunstancias.

Tuvimos que regresar en estas circunstancias.

—Ellos son los niños que estaba cuidando Herk —habló Peper con un hilo de voz, viéndolos sentados en el comedor—. El gobierno nos advirtió que teníamos máximo una semana para desalojar el bosque, y que si no lo hacíamos nos iban a sacar a la fuerza igual.

—¿Cuál es el plan entonces, Peper? —preguntó angustiado Jeff.

—Ellos tampoco lo saben, así que mejor los presentamos primero y ya de ahí les cuento a todos lo que haremos —asentimos con la cabeza dirigiéndonos al comedor. Se notaba que al entrar nuestro ánimo había disminuido.

Y más al recordar en donde estaba ahora Herk. En la parte trasera de una camioneta, con miles de disparos y… muerto.

El hombre del bosque [COMPLETA]✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora