Vigésima Quinta Parte

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No seré una hechicera, ni una maga, pero por mis habilidades divinativas podría asegurar que era una medium. Porque todo lo que predije se cumplió…el rechazo, el corazón roto, el no final feliz y nada de tierno romance. Lo había predicho, aunque seguramnte, algunos me lleven la contraría y me dijan que solo soy pesimista en los asuntos del corazón.Aunque, siendo sincera, también podía ser por la experiencia...

Cuando me sequé la lágrima rebelde, no pude evitar recordar el consejo de mi madre cuando yo aún era pequeña.

-Ellos son así Scarlett –decía mi madre, mientras me secaba una lagrima –jamás seremos su prioridad, y no es que se la pidamos realmente, pero a veces, nos gana el deseo de que nosotros estemos antes que cualquier misión, guerra o pupilo.

-Entonces ¿ya no quieres a mi papá? –le dije en mi inocencia de niña.

-Claro que lo amo, como jamás amé a nadie, y lo amaré para toda la vida –mi madre me subió a su regazo –pero amarlo tiene sus consecuencias.

-¿Consecuencias? –le pregunté sin entender mucho el significado de esa palabra.

-Espero que nunca tenga que explicártelo –ella tenía la mirada más allá, donde mi versión pequeña no podía alcanzar –así que aléjate de ellos, o terminarás con el corazón roto.

-Pero mi papá es uno de ellos ¿no quieres que papá sea un hechicero?

-Lo que quiero Scarlett, es que tu padre vuelva de esa estúpida guerra. Así nuestros corazones por fin obtendrán un poco de paz.

Yo amé a mi padre, y todavía lo seguía haciendo. Pero también lo odiaba por partirle el corazón a mi madre, cada vez que partía en alguna misión que le se le encomendaba como un hechicero, asociado al sindicato de hechiceros pertenecientes al rey. Lo odié porque destrozó nuestros corazones cuando nunca volvió de la guerra.

Lo cierto es que siempre había sido un poco reacia a los consejos que me daba mi madre con respecto a estos temas, y la mayoría de las veces me guiaba por la filosofía de mi padre, de no temer mostrar mis sentimientos. Posiblemente, si le hubiera hecho caso a mamá, no me sentiría como me siento ahora.

Quería llorar, pero me parecía que la situación no ameritaba el derramamiento de lágrimas. Sí, Jake me había roto el corazón, pero yo estuve de acuerdo con que eso pasara, de eso no había dudas. Él hizo lo correcto al cortar por lo sano, siendo sincero con sus sentimientos, y  deteniéndose, por el peligro que podría ser significar el estar juntos.

El peligro…creo que eso era lo que más me molestaba de todo esto, no saber que era lo peligroso. Por que, claro, Jake todavía no me explica cual es el secreto que lo obliga a ser tan reservado y misterioso.

Me levanté de la cama, harta de compadecerme y decidí que ir al pueblo. Tenía que concentrarme en conseguir más pistas, obtener más información. Tenía que centrarme en Hannah, porque es por ella que estoy aquí, y no debo olvidarlo.

Mientras me preparaba para salir mi cristal comenzó a brillar, sabía que no era el hechicero, así que me sentí tranquila cuando contesté.

-¿Hola?

+Hola Scarlett ¿tienes un momento para hablar? –me dijo Cleo con su habitual voz templada.

-Si, claro Cleo, dime.

-¿Estás bien? Suenas un poco extraña –me preguntó sin modificar su tono.

-Si, creo que me quedé dormida unos minutos –mentí, pues no quería dar ninguna explicación.

-Ya veo, estás en casa. Pensé que estarías en el pueblo, después de lo que pasó con Lilly.

-Ah, eso, no importa –le dije levantando los hombros. La verdad es que Lilly era la menor de mis preocupaciones.

Había una vez en DuskwoodWhere stories live. Discover now