Capítulo 10.

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Capítulo 10.

Hugo.

Paro frente a la casa de Eva, un piso pequeño que ha alquilado con los ahorros de cuando trabajaba como profesora.
No quise insistir en que podía quedarse en mi casa, bastante suerte tuve con que no me apartase de ella completamente.

Quiero ir solo a ver a Fede, sé que lo que me va a pedir no será del agrado de ella y no quiero tener que decepcionarla una vez más delante de sus narices.
Haré lo que tenga que hacer por Fede, él hizo todo lo posible por mí, es mi momento de devolverle todo eso.

Los brazos de Eva dejan de apretarme, baja de la moto y espera a que yo haga lo mismo.
Sin embargo, mis ojos no pueden apartarse de sus piernas desnudas, mi chaqueta apena le llega a los muslos, y aun así, parece que estoy viendo un puto monumento.

-¿Hugo? -Alzo la cabeza para mirarla a los ojos, me sonríe ya sin el casco puesto y yo me obligo a bajar también de la moto.- Te has quedado embobado.
-Lo siento.

Como para no hacerlo teniéndola a ella delante.
Pero por las malditas reglas no puedo decírselo, no puedo intentar nada que nos haga saber que quiero ser más, mucho más que unos simples amigos.
Nada de presiones.
Nada de declaraciones.
Nada de nada romántico entre los dos.

Me quito el casco y suspiro siguiendo sus pasos hasta dentro del portal.
Subimos en el estrecho ascensor donde me obligo a mirar al techo para no acabar sucumbiendo al deseo de besarla y que nuestra respiración se entremezcle.

Abre la puerta de su piso, es pequeño pero para una persona es más que suficiente.
Me asomo por la ventana donde estoy deseando fumar un cigarrillo, donde me imagino haciéndolo por la noche, de madrugada, después haber hecho el amor con ella.
Eso sería... Simplemente inmejorable.

Ojalá poder dar marcha atrás en el tiempo, ojalá poder hacerlo para arreglar todo lo que rompí, para no ser un cobarde. Que alguna voz me dijese que estaba arruinando mi futuro, porque solo contemplo un futuro a su lado.
Y no siendo solo dos "amigos".

-Te he traído unos pantalones y una sudadera grande.
-Gracias.
-El cuarto de baño está ahí.

Señala una puerta al fondo de un estrecho y pequeño pasillo. Solo parece haber una habitación, el salón, la cocina casi integrada y el baño.
Poco espacio.
Pequeño.
Y yo solo le veo cosas positivas.

Cada metro que le falta a este piso, es el que sobra entre Eva y yo.
Más roces entre los dos, más cerca, más juntos.
Tendría una excusa para abrazarla cada dos segundos.

-¿Hugo? -Una de sus manos pasa por delante de mis ojos, haciéndome saber que me he quedado en las nubes pensando en que quiero vivir con ella el resto de mis días, que al menos quiero tenerla cerca de una forma.-
-Perdón.
-Otra vez te has quedado pensando. ¿Qué pasa? ¿Es por Fede?

Niego con la cabeza, trato de que sus ojos no capturen a los míos y sepa sin palabras lo que me pasa. Trato por todos los medios de esconder las ganas que tengo de decirle que quiero vivir con ella, aunque sea solo como amigos, aunque sigamos jugando a este estúpido juego en el que ocultamos que nos queremos.

Porque la quiero.
Joder, claro que la quiero.
Quiero que solo pueda ser ella la madre de mis hijos.
Quiero que solo pueda ser ella a quien mire cuando me despierte por las mañanas y me acueste por las noches, que sea ella a quien yo espere con una sonrisa en el sofá cuando vuelva tarde, que solo sea Eva quien pueda ir agarrada de mi mano por la calle, porque su contacto, su cercanía me hace bien.
Demasiado bien.
Y no quiero, no estoy dispuesto a dejarlo pasar, a dejarlo a un lado.

DelirioWhere stories live. Discover now