HOUSE OF BLACK: CINCO

202 23 3
                                    

Capítulo 31.

WEASLEY'S WIZARD WHEEZES

Se encontraban ya frente al gran edificio que tenía un muñeco con un sombrero en la entrada. Addie sonreía con emoción, los chicos habían hablado de ese momento desde que los conocía y ahora su sueño se estaba volviendo realidad. Remus estaba sonriendo también mientras buscaba con la mirada a Sirius, que caminaba entre la gente alegremente y moviendo la cola.

Los gemelos salieron a recibirlos y se llevaron una gran sorpresa al verlos juntos.

— ¡Alex! —gritaron al unísono.

— Adhara —corrigió Remus y después carraspeó—. Le gusta que le digan Adhara.

— ¿Profesor Lupin? —preguntó Fred, confundido, era la única persona que no sabía qué había sucedido con ellos dos.

— Vamos Fred, ya no soy tu profesor —respondió Remus tímido.

— Tú sí que no pierdes el tiempo, eh —se burló George mirando a Addie. Ella negó con la cabeza lentamente y Remus se sintió adolorido al verla así—. Ah, ya veo —dijo mirando mal a Lupin.

— ¿Qué con el perro? —preguntaron ambos.

— Ammm él es...

— Padfoot —completó Remus—. Es mi mascota —el perro le mordió el tobillo—- ¡Auch! Le falta ser educado...

Addie sonrió y abrazó al perro, Remus no pudo esconder una sonrisa.

Los gemelos los invitaron a pasar y les enseñaron todos y cada uno de los productos que vendían, habían dejado que Sirius entrara porque Addie lo rogó. Ella caminaba junto a los gemelos de un lado para otro con emoción y él la seguía con las manos en los bolsillos un par de pasos atrás. No se sentía excluido, en realidad, se sentía feliz y cómodo estando ahí descubriendo las cantidades de bromas que existen para hacerle una maldad a alguien.

Sonrió y miró a Sirius que estaba sentado en el suelo.

— A Prongs le encantaría esto —le susurró y el can movió la cola para poner su pata en arriba del zapato de Remus—. Ya sé, ya sé. Se está volviendo más difícil —suspiró mirando a Addie reír a carcajadas con Fred.

El perro se levantó y caminó atrás de él, empujándolo por las piernas hacia ella. Al ver que se acercaban, George le dijo a Fred que lo acompañara a buscar otra cosa. Al llegar, Remus tocó un poco a la chica haciéndola girar hacia él.

— ¿Y Sirius? —preguntó ella mirando detrás de él sin encontrar nada. Remus frunció el ceño.

— En realidad, no lo sé —soltó realmente confundido mirando a su alrededor sin ver rastro de su amigo.

— ¿Perdiste a Sirius? —se burló ella mirándolo con gracia.

Remus soltó una risa nerviosa y metió las manos en sus bolsillos.

— Supongo que lo hice —soltó aún riendo. Ambos sonrieron y guardaron silencio—. Es realmente genial lo que hicieron, supongo que debes estar muy orgullosa de ellos —se acercó un poco y observó lo que Addie tenía en la mano—. ¿Qué es eso? —preguntó curioso y ella se lo extendió, Remus lo olió por mero instinto y sonrió—. ¿Es tu perfume? Huele a ti —soltó riendo y Addie se puso roja.

— Veo que descubrió la amortentia, profesor —dijo George regresando—. Se la estaba mostrando a la bella... Addie.

Remus se puso muy rojo, más rojo de lo que se había puesto jamás. Debió haber sospechado que no era normal que esa pequeña botellita tuviera ese olor a bosque y flores que él solía relacionar con Addie. La chica miraba al suelo roja a más no poder. Remus sintió ternura después de haber sentido la vergüenza de su vida; bueno, en realidad no le daba vergüenza, pero no quería ponerla incómoda.

— ¿A qué huele la tuya, Addie? —preguntó Fred—. La mía huele a ti —bromeó llegando y George le dio un codazo en el estomago—. Está bien, perdón. Pero contesta.

— Huele a madera, té, libros, bosque y... chocolate —contestó tímidamente y George sonrió. Remus la miró fijamente.

— Ah, no sé quién pueda ser —habló de nuevo Fred muy metido en su pensamiento.

— Addie, ¿puedo hablar contigo?  —preguntó George mirándola y ella asintió siguiéndolo, dejando a Remus y a Fred solos.

Addie lo siguió hasta una puerta que decía su nombre y al entrar George la miró con curiosidad.

— ¿Qué está pasando?

— ¡No lo sé!

— Addie, sabemos que es un hombre lobo —soltó como si se tratara de un asunto muy siniestro—. ¿Es peligroso?

— Oh, sí, muy muy peligroso, sobre todo cuando dobla y separa sus calcetines por colores —dijo la chica poniendo los ojos en blanco.

— Oye, solo te quiero bien, he estado leyendo sobre la gente como él y encontré que, puede ponerse bastante caliente cerca de las lunas llenas.

— George, no hay nada entre él y yo, ¿está bien? —explicó—. Necesito que le cuentes a Freddie lo que sucedió, hasta ahora es el único que no tiene idea de qué está pasando entre él y yo.

— Sí, yo me encargo —rio—. Iremos a la copa mundial de quidditch este verano por si quieres acompañarnos —sonrió emocionado.

— ¡Wow! Me encantaría. Sterling jamás quiso llevarme, pero él fue a todos.

— Eres bienvenida, Fairfax.

— Black...

— ¿Black?

— Mi padre decidió que yo sería Alexandra Fairfax porque así me construyó para su comodidad y conveniencia. Adhara Black es quien yo decido ser para terminar con eso que él construyó. Ya no soy su pertenencia, porque estoy segura de que así pensaba él de mí.

George sonrió y asintió orgulloso de al fin escuchar lo que siempre había querido escuchar de su mejor amiga.

Luego de su charla, ambos salieron riendo y comentando sobre la tienda. Al mirar a la planta baja descubrieron a Remus jugando con un par de niños y Fred a liberar ranas de chocolate y atraparlas con la boca. Reía a carcajadas y Sirius estaba parado también ladrando y saltando. Era una imagen muy bella y placentera.

— ¡Ada! —gritó feliz en cuanto la miró.

— ¿Ada?, ¿Lexy? —preguntó George mirando a Addie—. Le gusta que sus apodos hacia ti sean diferentes a los demás, awww.

— Cállate, George.

La chica bajó con ellos y después de despedirse salieron por la puerta bastante de mejor humor de lo que habían llegado.

Sirius caminaba dando brinquitos varios pasos delante de ellos y Addie con Remus se burlaban de su caminata y su colita moviéndose felizmente. Caminaban en silencio, pero en realidad estaban muy cómodos con su compañía. Remus la miraba de vez en cuando y ella le compartía la mirada con una sonrisa. Ninguno decía nada. Ninguno sabía que el plan de Sirius había funcionado y por eso iba tan feliz.

El arder de los astros [Remus J. Lupin]Where stories live. Discover now