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─Es hora de empezar.
Los eternos estaban reunidos en un círculo alrededor de la estatua representativa de Arishem. Uno a uno, se pusieron de pie y tomaron sus puestos en los generadores.
Una de ellas se separó del resto en cuanto su traje estuvo completo sobre su cuerpo, y caminó a paso lento hacia el ventanal del domo.
El planeta tierra era hermosa. El color azul y verde predominaban, y la forma redonda se asimilaba a las pelotas con las que los niños jugaban en Olimpia.
Se hacía destacar entre la oscuridad del espacio.
─Es hermosa, ¿verdad?
Había sentido la presencia de alguien detrás de ella, y al girarse se encontró con un joven de cabello oscuro y ojos azules.
Sonrió con amabilidad y asintió.
─Ya quiero llegar.
─¿Estás emocionada?
Podía notar algo en su acento, era diferente al del resto. Aunque todos tenían uno diferente, algo que los hacía únicos.
La chica se giró levemente hacia el resto de eternos, que se presentaban entre ellos con amabilidad y cordialidad.
Con un movimiento ligero y elegante, regresó su vista al chico y asintió por segunda vez, sin mover mucho la cabeza.
─Será interesante. En Olimpia escuché varias historias sobre la tierra.
─Al menos alguien lo disfruta─dio un paso enfrente y alzó una de sus manos hacia la chica─. Soy Druig.
La chica pasó su mirada verdosa de Druig a la mano que le ofrecía, y luego de dos segundos en silencio correspondió el apretón.
─Alesya.
Una sonrisa se formó en el rostro de Alesya en el momento en que Druig se llevó su mano a sus labios, depositando un suave beso en el dorso de esta.
─Un placer conocerte, Alesya.
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