Capitulo 11

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Maratón /02
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Al sentarnos en el aula. Lockhart se aclaró sonoramente la garganta y se hizo el silencio. Se acercó, cogió el ejemplar de Recorridos con los trolls de Neville y lo levantó para enseñar la portada, con su propia fotografía que  guiñaba un ojo.

—Yo —dijo, señalando la foto y guiñando el ojo él también— soy Gilderoy Lockhart, Caballero de la Orden de Merlín, de tercera clase, Miembro Honorario de la Liga para la Defensa Contra las Fuerzas Oscuras, y ganador en cinco ocasiones del Premio a la Sonrisa más Encantadora, otorgado por la revista Corazón de bruja, pero no quiero hablar de eso. ¡No fue con mi sonrisa con lo que me libré de la banshee que presagiaba la muerte!

Esperó que se rieran todos, pero sólo hubo alguna sonrisa.

—Veo que todos han comprado mis obras completas; bien hecho. He pensado que podíamos comenzar hoy con un pequeño cuestionario. No se preocupen, sólo es para comprobar si los han  leído bien, descubrir qué es lo que entendieron…

Cuando terminó de repartir los folios con el cuestionario, volvió a la cabecera de la clase y dijo:

—Disponen de treinta minutos. Pueden comenzar... ¡YA!

Mire las preguntas del folio y eran bastantes páginas. Debo admitir que no conteste ninguna, había estado ocupado en las otras materias y el negocio (gracias a los administradores, Percy y a los gemelos el trabajo no era tan pesado) asi que no pude estudiar los pasatiempos o el color favorito de Lockhart.

Además no es como si fueran conocimientos indispensables

Media hora después, Lockhart recogió los folios y los hojeó delante de la clase.

—Vaya, vaya. Muy pocos recuerdan que mi color favorito es el lila. Lo digo en Un año con el Yeti. Y algunos tienen que volver a leer con mayor detenimiento Paseos con los hombres lobo. En el capítulo doce afirmo con claridad que mi regalo de cumpleaños ideal sería la armonía entre las comunidades mágica y no mágica. ¡Aunque tampoco le haría ascos a una botella mágnum de whisky envejecido de Ogden!

Harry  miraba al profesor con incredulidad y los demás chicos se reían en voz baja

—... pero la señorita Hermione Granger sí conoce mi ambición secreta, que es librar al mundo del mal y comercializar mi propia gama de productos para el cuidado del cabello, ¡buena chica! De hecho —dio la vuelta al papel—, ¡está perfecto! ¿Dónde está la señorita Hermione Granger?

Hermione alzó una mano temblorosa y me fije que su cara estaba ruborizada.

—¡Excelente! —dijo Lockhart con una sonrisa—, ¡excelente! ¡Diez puntos para Gryffindor! Ahora centrémonos en la clase.--  saco una jaula grande cubierta con una funda

—Ahora, ¡cuidado! Es mi misión para dotarlos de defensas contra las más horrendas criaturas del mundo mágico. Puede que en esta misma aula tengan que encarar las cosas que más temen. Pero deben saber que no les ocurrirá nada malo mientras yo esté aquí. Todo lo que les pido es que conserven la calma.

Lockhart levantó la funda. —Sí —dijo con entonación teatral—, duendecillos de Cornualles recién cogidos. 

Seamus Finnigan no pudo controlarse y soltó una carcajada.

Se te quitaran las risas en breve 

Los duendecillos eran de color azul eléctrico y medían unos veinte centímetros de altura, con rostros afilados y voces tan agudas y estridentes que era como oír a un montón de periquitos discutiendo.

Solo que estos parecían diabólicos y traviesos

—Está bien —dijo Lockhart en voz alta—. ¡Veamos qué hacen  con ellos! —Y abrió la jaula.

Está loco

Al abrir la jaula todo fue un caos los duendecillos salieron disparados como cohetes en todas direcciones. Dos cogieron a Neville por las orejas y lo alzaron en el aire (luego lo soltaron pero rebotó por la pulsera de protección que le di en primer año). Algunos salieron volando y atravesaron las ventanas, llenando de cristales rotos a los de la fila de atrás.

—¡Peskipiski Pestenomi!-- Lockhart trató de pararlos pero  no sirvió absolutamente de nada; uno de los duendecillos le arrebató la varita y la tiró por la ventana.

– Que inutil es.-- dijo Draco

Harry solo rodó los ojos. Al fin sonó  la campana y todos corrieron hacia la salida. No obstante Lockhart se irguió y nos miró y nos mandó a meterlos en la jaula.

– No debería hacerlo él.-- dijo Harry

– Bueno básicamente nos dejó a nuestra suerte cuando la abrió. Dime qué maestro hace eso.

– Uno imbécil al parecer.-- el rubio hizo una mueca 

– Pero porque no se lo pidió a otro

– Somos los unicos estupidos que todavía siguen en el aula.-- respondi

Harry suspiró rendido.-- Ahora cómo lo hacemos.-- se agacho cuando uno de los duendecillos le lanzó un libro

Me erguí – Inmobilus.-- lance con voz fuerte y los duendecillos no se movieron….los mate

Nah no se crean quedaron congelados y gracias  a eso pudimos meterlos en la jaula 

– ¿Que tenía en la cabeza Dumbledore cuando lo contrató?

– Bueno no han durado mucho los profesores de defensas oscuras supongo que…

– Es el unico idiota que acepto el puesto.-- completo el azabache

Soy Ron weasley II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora