Soy Ron weasley II

Capitulo 17

He regresado ●○●
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– ¿Qué clase tenemos ahora?.-- pregunte con mi mejilla pegada a la mesa de la biblioteca

– Historia.-- respondió Harry

– Odio historia

– Ya lo has dicho.-- dijo el rubio mientras anotaba una información de pociones.-- Siempre lo dices.-- rectifico

– Es que la clase lo da un muerto…digo soy inclusivo y todo pero de verlo me da pereza

Draco se rió.-- Quizás tiene vocación

– O se murió y no sabe que está muerto.

– Apoyo lo que dice Harry

De pronto una duda me embargo.-- Oye Draquis.

El rubio hizo un ruido de molestia.-- Odio que me digas asi

– ¿Que paso con tus guardaespaldas el primer día?

–  ¿Goyle y Crabbe?.-- asentí en su dirección.-- Tuvimos…diferencias

– ¿De qué tipo?.-- sus ojos grises se pegaron en mi cara

– Algo sobre el estatus de sangre.-- intento facilitar Harry

– Algo así…no me gusta hablar de eso

– Pero estas en la misma casa que ellos…no es peligroso para ti ¿no?.-- me preocupa ese tema ahora

– No, no lo es…mi padrino me protegeria si fuera el caso

– Sabes que estamos para ti

– Lo se Harry…lose.-- el tema se cerró ahí pero mi vena detectivesca se activó y eso queridos amigos mueve al mundo entero.

– Bien, basta de cursilerias vamos a clase

Entramos al aula y el profesor Binns abrió sus apuntes y los leyó con un sonsonete monótono, como el de una aspiradora vieja, hasta que casi toda la clase hubo entrado en un sopor profundo, sólo alterado de vez en cuando el tiempo suficiente para tomar nota de un nombre o de una fecha, y volver a adormecerse. Llevaba una media hora hablando cuando ocurrió algo insólito: Hermione alzó la mano.

El profesor Binns, levantando la vista a mitad de una lección horrorosamente aburrida sobre la Convención Internacional de Brujos de 1289, pareció sorprendido.

—¿Señorita...?

—Granger, profesor. Pensaba que quizá usted pudiera hablarnos sobre la Cámara de los Secretos —dijo Hermione con voz clara.

La curiosidad mueve el mundo

Dean Thomas, que había permanecido boquiabierto, mirando por la ventana, salió de su trance dando un respingo. Lavender Brown levantó la cabeza y a Neville le resbaló el codo de la mesa.

El profesor Binns parpadeó.

—Mi disciplina es la Historia de la Magia —dijo con su voz seca, jadeante—. Me ocupo de los hechos, señorita Granger, no de los mitos ni de las leyendas. —Se aclaró la garganta con un pequeño ruido que fue como un chirrido de tiza, y prosiguió—: En septiembre de aquel año, un subcomité de hechiceros sardos...

Balbució y se detuvo. De nuevo, en el aire, se agitaba la mano de Hermione.

—¿Señorita?

—Disculpe, señor, ¿no tienen siempre las leyendas una base real?

Touche

El profesor Binns la miraba con estupor pero aun así contesto —Veamos —dijo lentamente —, Sí, creo que eso se podría discutir. —Miró a Hermione como si nunca hubiera visto bien a un estudiante—. Sin embargo, la leyenda por la que usted me pregunta es una patraña hasta tal punto
exagerada, yo diría incluso absurda...