CAPÍTULO 12

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Lyra

La belleza duele hasta los huesos. Es la cuarta vez que vomito hoy y no se siente bien, nada bien. Me mareo en cuanto me pongo en pie después de haber estado agachada frente al váter durante más de veinte minutos.

Camino hacia la salida y sigo con mi turno de trabajo.

—Estás un poco pálida, ¿porqué no te vas ya a casa? —Sam, un compañero me detiene.

—No es nada —le regalo una sonrisa y sigo trabajando.

Atiendo a varias personas antes de mi hora de salida y en vez de caminar hacia el apartamento me desvío por un sendero de tierra, descubriendo lugares increíbles.

Estaba a punto de atardecer y yo paseaba por una carretera vacía, rodeada de enormes palmeras donde la brisa mecía suavemente sus hojas. Al fondo se veía una montaña llena de verde donde se escondía el sol.

Me gustaba pasear sola, sin la necesidad de tener compañía a mi alrededor. Descubrir lugares y perderme por la isla, sentirme segura rodeada de altos árboles frondosos y verdes, llenos de vida, de luz.

Esa luz que perdí hace cinco años.

Un fuerte viento me envolvió abriendo paso a la lluvia que calaba hasta mis huesos. Comencé a andar más rápido sin ninguna dirección porque la verdad no sabía cómo llegar al apartamento, solo buscaba un sitio donde resguardarme hasta que la tormenta pasara.

Vi una autocaravana a lo lejos, acercándose y paró justo frente a mí. Observé como Seth se bajaba de esta e intenté darme la vuelta pero él me detuvo.

—Vamos, sube —agarra mi brazo —. No está Rhys.

—¿Seguro?

—Sí, vamos —tira de mí hasta entrar —. Estás empapada.

Me envuelve los hombros con una toalla y se dirige al asiento del conductor.

—¿Vas a quedarte ahí todo el día? Vamos, siéntate —señala el asiento de al lado.

Le hago caso y me acomodo a su lado.

—Ponte el cinturón.

Arranca el motor y se dispone a conducir por la carretera, la lluvia impide que se vea bien.

El silencio no es incómodo pero sí abrumador.

—¿A dónde quieres que te lleve?

—No lo sé.

—Te voy a llevar al camping dónde nos estamos quedando. Estoy seguro de que te gustará.

—¿Dónde está Rhys?

—En la playa, surfeando.

Se formó un silencio largo y ya casi podía ver como la lluvía desaparecía y la noche llegaba.

—¿Te preocupa que le pase algo? Como la última vez.

—No me importa nada de él, ni su vida —digo tajante.

—Sabes Lyra —se toma unos segundos —. Él no tuvo la culpa de tu accidente y eso tienes que saberlo. No puedes pasarte el resto de la vida odiándole sólo porque piensas que... —le interrumpo.

—Para el motor.

—No puedo hacer eso en medio de la carretera.

—Tienes que hacerlo —ya notaba la ansiedad y la angustia consumirme poco a poco.

Mi pecho estaba agitado y podía escuchar los latidos de mi corazón cada vez más acelerados. A punto de estallar. Al borde del colapso.

Sentí como Seth paraba la autocaravana y sujetaba mi cara entre sus manos. No era capaz de ver por las lágrimas que se me acumulaban en los ojos.

—Lyra, estoy aquí —escucho su voz lejana —. Respira, coge aire y suéltalo todo.

Intento seguir su voz, intento mantener la calma, intento seguir sus pasos y siento que me ahogo cada vez un poco más. Mi pecho sube y baja a una velocidad incalculable.

—Eso es, lo estás haciendo muy bien —con su mano seca mis lágrimas.

Me rodea con sus brazos y cierro los ojos siendo atrapada por la oscuridad.

El último anochecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora