Capítulo 21. El templo Ardor

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CONAN

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CONAN

No podemos dejar a nuestro único hijo con usted. mi madre habla con una mujer, lleva puesta una capa roja muy lujosa, no puedo ver su rostro . Aún es un niño pequeño, no puede crecer sin su madre.

Sé que es un niño, pero deben saber las consecuencias la mujer de la capa toma las manos de mi madre . Yo lo protegeré como a un hijo, ocultaré su apellido, nadie sabrá que es un Chalamet.

Mi esposa ya dijo que no  mi padre se levanta de su silla y abre la puerta . Jamás le faltaremos el respeto, pero es mejor que ya no vuelva más.

La mujer se ríe y se levanta con delicadeza de la silla caminando hasta la salida.

No fue su culpa, no podrían saber que el chico al que ayudaron era el mismísimo Agroz Baraz se detiene y voltea rápidamente hacia donde estoy escondido, cierro mis ojos . Pero créanme que vendrá por ustedes y cuando suceda no podre protegerlos.

Ella sale de mi casa cerrando la puerta con cuidado, abro mis ojos tratando de mantener la calma, aun cuando mi madre se deja caer en los brazos de mi padre comenzando a llorar.


Mis ojos se abren con pesadez, pero los vuelvo a cerrar por el brillo intenso que ilumina mi rostro. Siento que algo se mueve cerca de mí, el humo de algo quemándose me llega por todos lados, así que los vuelvo a abrir tosiendo un poco, mis manos tocan algo duro y frío.

—Por fin despiertas — me dice alguien, no puedo ver quien es, ni siquiera sé donde está

Volteo hacia todos lados, me encuentro en un tipo oficina que realmente supongo que es una cueva decorada como oficina, con papeles por todos lados, un escritorio gigante y muchas espadas lujosas colgando de las paredes, estoy sobre el piso de roca, como puedo me levanto y me agarro de una mesa cercana.

—De niño eras increíblemente simpático.

Por fin lo veo, aparece como un fantasma frente a mí, aunque ya lo he visto antes, unas náuseas tremendas llegan a mí, no puedo acostumbrarme a su rostro, no creo que jamás pueda, no es que sea fea, simplemente es muy confusa.

—Triddor...— susurro dando un paso hacia atrás

En sus manos tiene una fotografía donde puedo verme a mí y a mis padres.

—Siéntate, siéntate, ponte cómodo.— Me dice y él se deja caer sobre un sillón —. El emperador no tardará en llegar.

—¿Cuánto tiempo llevo dormido?— le pregunto sentándome sin quitarle la vista 

—¿Tres días? No lo sé — empieza a contar sus dedos —. Tal vez cinco... o solo uno, ¡no recuerdo!

Calculo que puede tener entre veintitrés a veintisiete años, no estoy muy seguro, las historias que cuentan sobre Triddor son muchas, una más aterradora que la otra. 

CORONADO: EL AMANTE DEL PRÍNCIPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora