Capítulo 37. Monarquía obsoleta

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CONAN

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CONAN

En algún punto de nuestra alocada huida pudimos escuchar los rugidos de Binu a lo lejos y el muu de Luu, todo el castillo está hecho un caos con guardias gritando y con gente llevando cosas de la boda de un lado a otro incluso de reojo pude ver como dos cocineros llevaban cargando un gigante pastel blanco. Sin importarnos nada, seguimos corriendo hasta dar en el bodega de la cocina donde guardan más que nada vino y cajas llenas de verduras. Por lo menos aquí dentro podremos tomar unos segundos para pensar en nuestros siguientes pasos.

—¿Aún seguimos siendo invisibles?— Pregunta Medras mientras recarga sus manos en sus rodillas 

—Si, aún nos queda un poco de tiempo.

Vicky trata de recuperar el aire mientras abre con cuidado un barril lleno de vino y de la nada hace aparecer una copa.

—Lo siento, esto es lo más cercano a agua y deberás que ando muriendo de sed.

Los demás vemos como ella se toma una, dos, tres copas de vino de un solo trago.

—No creo que los guardias se queden callados.— Eric apaga las pocas velas que hay para que nuestras sombras no sean vistas, pues aun invisibles seguimos teniendo sombra —. El rey ya debe de saber de tu huida.

Sospechará de todos nosotros.

Medras le quita la copa a Vicky y le da un sorbo.

—Se supone que debemos estar por ahí, ya listos para la boda, cuando no nos vea, cuando pregunte y nadie sepa de nuestro paradero, sospechara aún más...

—Claramente, sabe que lo ayudamos.— Eric le contesta a Medras con aire petulante —. Sabe que lo ayudaríamos en lo que fuera, no sé cómo no se le ocurrió encerrarnos a nosotros también.

—Jamás digas eso enfrente del rey, no le des más ideas.— le digo y ahora yo le quito la copa a Medras

—Oh no.— Medras me la vuelve a quitar —. Ya vi como te pones con el alcohol, no queremos a ese Conan en estos momentos.

Me encogo de hombros y me sacudo mi abrigo que está lleno de polvo de la prisión y siento algo... toco mi bolsillo y ahí guardado entre mi pañuelo saco el frasquito de la poción de valentía de Vicky.

—Oh mierda...— todos prestan a tensión a ese líquido morado —. Ya no me acordaba de esto.

—¿Lo llevabas contigo todo este tiempo?

—Sí.— me vuelvo a encoger de hombros hacia Medras —. Pensé que seria de utilidad, pero ahí entre mi pañuelo debí de olvidarlo.

Y sin dudarlo destapo el frasco, quedaba la mitad de la botella, no fue difícil pensarlo, extiendo el frasco hacia mis amigos y ellos se quedan quietos.

—Beban.— sus ojos se confunden en la tenue oscuridad —. La necesitan.

—No.— Vicky cierra mi mano en torno al frasco —. Bébela tú.

CORONADO: EL AMANTE DEL PRÍNCIPEHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin