PRÓLOGO:

63 11 0
                                    


Las cuerdas representan el tiempo en sí mismo. Las cuerdas se tuercen, se tambalean, se desenredan y se conectan de nuevo. Eso es el tiempo. – Your Name




Mayo de 2022

¿Alguna vez te has parado a pensar cuanto tiempo tardas en enamorarte? Un año, una semana, unos días, o tal vez, solo un instante... solo puedo decir que me enamoré de una mirada, de la suya. Y es muy fácil escribir sobre el amor y lo bonito que es, pero... ¿Y el vuelco que te da el corazón cada vez que miras a esa persona y ella no siente lo mismo que tú?


Darle vueltas a los sentimientos es mi pasión, cojo un granito de arena y le doy tantas vueltas que consigo hacer una montaña entera. Puedo quedarme durante días enteros reflexionando en lo que podría haber sido, en lo que pasó o simplemente en lo que me hubiera gustado que pasara. Los últimos meses fueron peores de lo que podía llegar a imaginar, no me quitaba de la cabeza lo mucho que me rompía los esquemas cada vez que me miraba o que pasábamos un rato juntos, le pensaba demasiado sin poder permitírmelo. No le podía pedir más, apenas sabía si realmente éramos amigos o simplemente era amable conmigo, con esa bondad que desprendía. Al final solo entendía que tal vez estaba enamorada de la imagen mental que me había creado de él, o de todo un poco, porque, aunque yo no esperaba nada de él, mi corazón sí.


Centrándome en mí, tenía problemas más importantes a los que darles vueltas. Seguía con los ataques de ansiedad, podía llegar a imaginarme el motivo, no tenía claro si volvía a estar enferma. Era lo único y más fundamental que podía pedir, estar bien, no recaer. No soportaría tener que volver a mentir a esas personas que quiero, dejarlo todo o suponer que soy una carga para toda mi familia. Recaer significaría dejar mis sueños y abandonar todo aquello por lo que llevaba tiempo luchando. Llegó un momento en el que puse a Alex por delante de todo esto, pero tenía que dejar de mentirme y estaba dispuesta a terminar con esa extraña y curiosa relación que manteníamos.


Y entonces, sin darme cuenta, estaba en el último curso de la universidad, terminando derecho y a una afirmación de irme a Holanda. Sentada al lado de la ventana, con un café entre las manos, tirando de mis mangas de mi sudadera inmersa en mis pensamientos, escuchando una voz de fondo y con la cabeza apoyada contra el cristal.

-   Sofía... ¿Estás bien? – giré la cabeza y estaba allí con esa sonrisa tímida, su pelo castaño brillando al sol y esos hermosos ojos mirándome directamente a mí. Tenía en frente a uno de los chicos más guapos que había visto nunca, ese que me robaba el aliento desde el primer día que lo vi. Alex. Alex era una mezcla entre castaño y rubio cuando le daba el sol, pero lo mejor de todo era ese color miel que tenía en los ojos.

-   Si, gracias Alex, solo me he mareado un poco y estaba dispersa. – me toco la frente con la mano y miro por la ventana con preocupación – creo que debería irme ya – Suspiro a medias intentando que no se note lo realmente cansada que me siento y escondiendo mis pequeñas manos temblorosas.

-   Necesito saber que te pasa... - me levanto para irme lo más rápido posible y me agarra del brazo para que no me vaya, supongo que he sido más lenta de lo que esperaba – necesito saber que pasa por tu cabeza. ¿Por qué es todo tan complicado? Me preocupo por ti.

-   Alex, yo... no puedo seguir con esto – siento como mis ojos se llenan de lágrimas, pero no quiero mirarlo a los ojos – lo siento – digo a media voz – de verdad que lo siento.


Dentro de mi cabeza le estoy gritando a Alex que estoy enamorada de él, que no entiende nada de lo que me pasa y que no puedo matar a esas malditas mariposas que siento dentro de mi barriga cada vez que me toca o me mira. Me enfado conmigo misma cada vez que le pienso por ser la estúpida que lleva meses detrás de él, y que si lo pienso en frío, solo me hace caso cuando le da la gana. Estoy furiosa, y cansada, muy cansada. Tanto que no me apetece decirle ni una palabra más. Al fin y al cabo llevo un tiempo mintiéndole con mi vida de hace unas semanas, pero que, para mí, han sido las mejores semanas.


Esta vez no le doy tiempo suficiente a reaccionar y ya he salido por la puerta de la biblioteca. Camino tan rápido como puedo sintiendo que me tambaleo. Escucho como viene detrás de mí, sus pasos cada vez más cerca y grita mi nombre, una vez, y dos, y tres... Siento que la voz se disuade dentro de mi cabeza, todo resuena y empiezo a tener calor. Estoy sudando. Disminuyo el paso sintiendo que me falta el aliento apoyando mi mano temblorosa sobre la pared. Si hubiera tenido que decir si dolía o simplemente estaba temblando, no hubiera sido capaz. Dejé de sentir a esas mariposas, pero ya no estaba segura del motivo, todo estaba borroso. Pongo mi frente encima de la pared y dejo de escuchar su voz.


Necesito recobrar el aliento, necesito sentarme. Siento una mano sobre mi cintura.


Y en un instante, todo queda en nada.

No sé querer a medias, idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora