CAPÍTULO 3: BÉSAME

23 2 0
                                    


Siento su aliento en la mejilla, apoyada en su espalda, mirándome de reojo, le agarro con fuerza la mano intentando respirar lentamente. Siento un nudo en el pecho y no me salen las palabras, no sé qué decirle no entiendo lo que me está pasando. ¿Cómo he llegado a esta situación? ¿En qué momento Alex Pérez Hidalgo ha terminado a mi lado, fuera de una discoteca, yo borracha e intentando ayudarme?

- Puedes hablar conmigo de lo que quieras – sonríe y me acaricia la mano – voy a quedarme para lo que necesites.

- No tienes por qué quedarte -sollozo – no me conoces – digo entre el hipo y las lágrimas.

- Quiero hacerlo – repite pausadamente – háblame de ti, explícame algo sobre ti.

- No, no, no... - niego con la cabeza – no puedo hacerlo...

- Explícame que es lo que no puedes Sofía – me abraza con fuerza – estoy aquí.

- Yo... Yo necesito la cartera...

Intento levantarme y me tambaleo, Alex me vuelve a sentar y no puedo casi ni moverme. Mi cabeza da vueltas, no consigo dejar de tambalearme. Me estabilizo con las manos en la acera intentando pronunciar alguna palabra.

- ¿Tienes el móvil? No voy a dejarte aquí sola – dice con una voz muy dulce – déjame llamar a alguien que te traiga la cartera. O vamos a buscarla juntos.

- No quiero.

- ¿No quieres qué?

- No puedo hacerte esto a ti.

- ¿A mí?

- A ti.

- ¿Por qué? No entiendo nada Sofía.

Le doy el móvil desbloqueado, se pasa 5 minutos llamando a Ana y Jules para que traigan el bolso donde tengo mi arsenal de emergencia y la chaqueta. Me cuesta respirar y siento como el corazón empuja contra el pecho, intento concentrarme en las respiraciones que me marca Alex, sin ningún efecto. Cada minuto es eterno, no pasa el tiempo y siento que voy a desmayar en cualquier momento. Una fuerte presión inunda mi pecho y presiento que toda la ansiedad va subiendo poco a poco, pero a la vez tan rápido que ni lo puedo controlar. Veo a mis amigas salir corriendo con mis cosas, Ana lleva mi cartera en la mano buscando esa pastilla. Está un poco borrosa. La escucho de lo mucho que grita al pobre chico que permanece arrodillado ante mí.

- ¡Tú! – grita Jules y mira a Alex – Yo sé quién eres.

- Sofi ¿qué ha pasado? – pregunta Ana sacando una pastilla diminuta color blanco de mi cartera – está aquí.

- No puedo Ana... - intento aclarar mi garganta llorando.

- ¿Qué le estás dando? – la para Alex – ¿Qué es esta pastilla? – suena enfadado o tal vez molesto, estoy algo confundida, pero tengo claro que está muy serio.

- Tiene ataques de ansiedad... Idiota - le gruñe Jules – Como puedes no saberlo... ¿Qué le has hecho? ¿Por qué está así?

- ¿Yo? – Dice con un tono seco – Estaba sola, literalmente sola, y es más la llevo a casa. Aquí no se va a quedar en este estado. Además no creo que sea bueno mezclar tranquilizantes con alcohol.

- Déjala y dime que le has hecho – le vuelve a gritar Jules.

- Que yo no le hecho nada, te lo aseguro – intenta mantener la calma – había un chico alto con tatuajes que la estaba intimidando.

No sé querer a medias, idiotaOnde histórias criam vida. Descubra agora