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La mañana siguiente, Jungkook se levantó con una sonrisa en el rostro. Aún podía sentir las manos de Jimin alrededor de su cuerpo, mientras, seguía acurrucado junto a él. Miró el reloj digital de color gris que Jimin siempre mantenía en su mesa de noche, marcando las seis y treinta de la mañana. Tomó el móvil en búsqueda de un mensaje de su madre y apenas desbloqueó la pantalla, encontró el texto que buscaba. Su madre daba los buenos días y le decía que le mandara saludos a Jimin. Por suerte, Heejin le había avisado que se había ido con Jimin y debido a que su madre estaba acostumbrada a que pasara la noche en casa de los Park, no había regaño alguno para él.

Observó a Jimin por unos segundos, seguro de que el muchacho aún no se levantaría. Por lo que, tecleó un mensaje en respuesta a su madre dándole los buenos días y diciéndole que iría a casa más tarde. Luego, dejó el móvil junto al reloj y volvió a dormirse.

La segunda vez que despertó, Jungkook se percató de inmediato que Jimin ya no se encontraba a su lado. Miró el reloj digital una vez más para percatarse de la hora, eran las diez cuarenta de la mañana. Frunció el ceño, Jimin no solía levantarse tan temprano en días en los que no solía ir al instituto, por lo que se sintió ligeramente asustado de que Jimin estuviera aterrado por lo de anoche y no tuviera valor de verle a la cara. No descartó la posibilidad de que Jimin huyera, sin embargo, su ausencia tuvo sentido cuando, en la planta de abajo, escuchó las voces de la hermana y la madre de Jimin resonar a carcajadas. Eungi, la recién casada hermana de Jimin, había llegado de visita y debido a que aún estaban asimilando el proceso de separación, Jimin no desperdiciaba ni un momento junto a ella cuando Eungi volvía a casa.

Jungkook suspiró aliviado. Se levantó de la cama, buscó entre las cosas de Jimin el par de prendas que siempre había para él en la habitación del muchacho y se las puso. Se dirigió al baño, lavó sus dientes con el cepillo de dientes que siempre estaba ahí para él y luego tomó fuerzas para bajar a la cocina. Había estado ahí millones de veces, era tan cercano a la familia Park que podía desplazarse por la casa como si fuera suya. El cepillo, la ropa, su vaso favorito, su lugar en la mesa, su esquina en el sillón e incluso el perfil de Netflix con su nombre en la cuenta familiar, eran pruebas de que Jungkook era uno más ahí. Sin embargo, esa mañana, se sentía completamente nuevo, como si fuera la primera vez que caminara por los pasillos para mirar los ojos de los miembros de la familia Park.

Sus pasos se hicieron notar en el comedor, la mirada de Jimin se encontró con la suya, haciéndole sonreír a ambos de manera genuina, sintiéndose cálido. Apenas le vio, la madre de Jimin también sonrió, acercándose a él de manera instantánea para saludarlo. Jungkook, como siempre, se dejó estrujar por la mujer, mientras que la misma le revolvía el cabello de manera cariñosa, preguntándole que deseaba desayunar. Jungkook, como siempre, eligió cereal. Miró a Eungi para saludarle, quién le saludó ladeando las manos con una sonrisa. Todo parecía estar igual que antes, todo se sentía igual de acogedor. Los nervios que tenía se apaciguaron un poco, pero seguiría sin bajar la guardia hasta hablar con Jimin sobre en qué los dejaba la noche anterior. Sabía que no había sido indiferente para Jimin, sabía que el momento había sido tan especial como para él, sin embargo, no sabía si Jimin quería conservarlo como una experiencia memorable del cierre de último año o como el inicio de algo más.

En definitiva, Jungkook no estaba seguro de sí Jimin quería arriesgarse a dejar atrás la comodidad de su relación de mejores amigos para construir un nuevo vínculo como pareja. Suspiró y miró al techo antes de hablarle a la madre de Jimin.

—Siento que me ha atropellado un camión, me duele todo el cuerpo.

—Oh, mi niño. Es completamente normal después de un baile —la mujer le sonrió—. ¿Estuvo muy movido todo anoche?

PROM NIGHT 本 KOOKMIN MINI FICKde žijí příběhy. Začni objevovat