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Hyunjin

Después de que me despedí de Yuna y Jeongin, entré a la casa y nadie había despertado aún, sin embargo en las escaleras me encontré con una Yeji somnolienta que se burló de mí aspecto y bueno, tenía el cabello revuelto, los ojos rojos, un olor a alcohol impregnado en cada poro y la ropa hecha un desastre. La ignoré y caminé a mi habitación para tirarme a mi cama y no despertar hasta que mamá me obligó a comer. No quería volver a ponerme ebrio en toda mi vida, ningún alcohólico te dice cuán terrible es la resaca, o en este caso ninguno de mis padres.

—Jinnie, sal de la cama.

—Shh.

Mamá se ríe y escucho como baja las escaleras. Resignado me levanto, mala idea, mi cabeza comenzó a doler horrible.

—Auch.

Abrí la puerta y como pude baje las escaleras, sentía que en cualquier momento caería al suelo y me rompería la nariz, me podría desangrar y morir ahí mismo, bueno quizá exageré.

—Buenas tardías señorito — la mire con confusión.

—Tardes y días, tardías.

Evite rodar los ojos, y me senté para después recargar mi cabeza en la mesa.

—Me duele mucho la cabeza.

—Toma — me coloco frente a mi una pastilla.

—¿No vas a matarme cierto?

—Es para el dolor de cabeza.

Asiento y perezosamente me levanto por un vaso de agua, meto la pastilla en mi boca y trago el liquido. Me sorprendí al haber tragado fácilmente la tableta, normalmente demoraba mucho haciéndolo al temer atragantarme.

—Quiero seguir durmiendo.

—Ya has dormido bastante, espera a que sea más tarde cariño.

Me aprieta las mejillas y sonrió ante esa acción.

Ya que mamá no me dejo seguir durmiendo acomode un poco mi habitación, hallé debajo de la cama la ropa que vestí ayer, estaba arrugada y con algunas manchas de sustancias desconocidas, ahora bien, eso no fue lo que me llamó la atención. Mis prendas desprendían un olor a flores y frutas, nadie de mi familia tenía una fragancia así, pero sí que lo hacía la persona con quién baile la noche anterior. Una sonrisa apareció en mi rostro ante los recuerdos, la resaca puede ser asquerosa sin embargo no me arrepentía de absolutamente nada.

—¿Por qué estás oliendo tu ropa así?

La escondí detrás de mí y me quedé perplejo.

—¡¿Por qué no tocas la puerta?!

—¿Qué escondes?

—Nada de tu interés, ahora fuera.

Niega y se acerca, me alejo buscando esconder mis prendas, Yeji trata de arrebatarme la ropa.

—¡Yeji!

—¡La tengo! ¿Por qué huele así? Ese no es el olor de tu perfume.

—¡Qué te importa!

—¿Qué hiciste ayer Jinnie? — sonríe mientras me da una mirada divertida.

—¡Nada!

—¿Fue un chico?

—¡Cierra la boca!

Suelta una carcajada mientras me da la vestimenta, la tomo y aviento al cesto de ropa sucia.

—Tarde o temprano vas a terminar contándome.

Salió de mi habitación y dejé salir un suspiro, a veces mi hermana era tan odiosa.



(...)



¿Cómo se llamará? ¿Tendrá mi edad? ¿Vivirá cerca de aquí? ¿Me recordará? ¿Se habrá cortado el cabello? Esas y más preguntas han estado torturándome durante la última semana, aquel chico no ha salido de mi mente, hay algo en él que me tiene de esta manera. Sacudo mi cabeza y suspiró exageradamente, debía comenzar a olvidarlo, las posibilidades de encontrarlo de nuevo eran mínimas, siempre que alguien me parecía atractivo en la calle jamás lo volvía a ver.

Terminó de beber mi agua y botó la botella en un contenedor de basura, era un poco tarde y estaba aburrido. Tuve que ir a casa de mis abuelos a dejarles unas cosas que mamá les preparó. Una gota de algo cayó sobre mi frente, llevé mi mano hasta ahí, ¡Genial! un pájaro me había cagado encima.

—Agh.

Apresure mis pasos, ahora quería llegar a casa aún más rápido que antes. El sol ya estaba ocultándose y con este mi energía y alegría. ¡Gracias sol! Tener esa "conexión" con el sol era horrible, no había nada de especial en eso, al contrario, apenas daban las seis de la tarde cuando el sol comenzaba a ocultarse y mis fuerzas se esfumaban, a las nueve de la noche ya no podía ni abrir los ojos del cansancio. A las siete de la mañana donde él solo empieza a salir yo ya no tengo rastro de sueño y deseo cumplir todas mi metas en la vida, bueno, tampoco así. ¡Gracias sol! No puedo desvelarme, no puedo hacer NADA bajo el cielo nocturno.

Cuando levanto la mirada caigo en cuenta que he llegado a casa, agradezco a quien sea que me esté escuchando, Dios, Demonio o lo que sea y entro a mi bendito hogar. Subo las escaleras a una velocidad que no sabía que podía hacerlo y corro al baño a limpiarme, sin dejar de maldecirme por no notar que un pájaro volaba sobre mi.

Voy hasta mi ventana y observo el atardecer y el cómo la luna va llegando a iluminar el cielo. Desde que lo vi bailar bajo la luna no he evitado adorar al satélite, ella hizo que él luciera jodidamente radiante esa noche.

El sol ya había desaparecido, y a pesar de que el cansancio me llamaba a ir hasta la cama y dormir, quise quedarme ahí, perderme observando las figuras pintadas en la luna, de un momento a otro mi corazón comenzó a latir tan fuerte que temía que saliera de mi pecho. Cerré los ojos y tomé una respiración profunda.

Volví a ver a la luna, eso había sido tan extraño, cerré las cortinas y me tiré a mi cama.

¿Desde cuándo sentía que algo me hacía falta? No lo sé, es una sensación que conseguía hacer doler mi cuerpo, que me quitaba el aliento.
Caí al suelo, me quejé y comencé a llorar sin razón aparente. Un dolor se instaló en mi pecho y quise salir corriendo, no lo hice, es como si mi fuerza hubiera desaparecido.
Mis ojos comenzaron a cerrarse, lo último que pude pensar fue en él, en su pelo rizado, su fragancia a flores y frutas, su risa.

El dolor se fue apaciguando, recuperé el aliento, y sonreí. Quizá él era quien me hacía falta, tal vez necesita volver a verlo, podría ser que de verdad añoraba repetir de nuevo la noche que pasamos juntos, bajo la luz de la luna y solo nosotros dos.

SUN AND MOON | HyunhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora